viernes 20, septiembre, 2024

DICTADURAS Y PROFECÍAS CUMPLIDAS A LA INVERSA

Luis Alberto Vázquez Álvarez

Relata Homero, el padre de la historia en su libro I que Creso, Rey de Libia (560- 546 a. C.), quien había heredado un gran reino, protegido por un fuerte ejército, ante el inquietante avance de Ciro II de Persia, quiso saber su suerte en caso de enfrentarlo; y, decidió consultar a los oráculos; primero decidió probarlos, mandando emisarios a todos los santuarios conocidos a fin de que, un día y a una misma hora, adivinaran qué hacía él en un preciso momento. Creso quedó satisfecho con los vaticinios del oráculo de Delfos y decidió mandar ofrendas y sacrificios a fin de ganarse el favor del santuario, al tiempo que le enviaba una segunda pregunta: “¿Sí debería hacerle la guerra a Ciro y si ganaría?”. Este, en su siempre difuso lenguaje le respondió: “Que, si conducía un ejército hacia el Este y cruzaba el río Halis, destruiría un imperio”. Dicha adivinación sería válida tanto sí Creso triunfaba, como si era derrotado.

Satisfecho con el presagio, luego preguntó al mismo premonitor que “¿Cuánto duraría su reinado?”: «Mira, cuando un mulo sea rey de los medos, entonces, lidio de afeminado andar, allende el pedregoso Hermo huye; no te quedes, ni te avergüences de ser cobarde.» una vez más la predicción estaba expresada de tal manera que Creso creyó se cumpliría ya que ningún animal reinaría jamás a Media; siempre sería un hombre.

Los mexicanos del siglo XXII estudiarán los hechos de este año 2024 como hoy nosotros leemos a Herodoto y descubrirán que un oscuro empresario consultó al oráculo aliancista “va por la lana” y este le vaticinó si atacas a tu enemigo en el poder de “destructor, desastre, dictador y de intentar reelegirse”, lograría acabar con una corriente política y partidos que la sostenían, así como cambiar a la mayoría de la voluntad popular. Decidió hacerlo así; utilizó a chayoteros defenestrados del erario que habían entrado en pánico; ya no recibían “Maicito” por ningún lado y alineaban sus obuses al culpable principal de su hambre del tesoro público, contra aquel que suprimió la costumbre de “entregar dádivas del gobierno a medios tradicionales de comunicación e intelectuales alineados”. Todo eso generó odio iracundo de cierto sector económico contra el resto de los mexicanos.

Y si empezó con “A”; pero de ALITO y sí, fue un desastre que destruyó, pero no un país sino un partido; si hubo dictador, no castro-chavista sino de Obregón-Fidelvelazquista. Aquello de desastre, dictadura, etc.; No era Morena para México, hubo error de letras; era Moreno para el PRI

El mayor fracaso no fue la derrota electoral, esa podría haberse superado, pero los intereses políticos de los dirigentes trajeron la separación PRI – PAN. Es muy probable que ahora regresen los conflictos entre partidos unidos y se acaben las cofradías de elogios mutuos que antiguos enemigos, luego aliados, se ensalzaban, pero más tarde regresará el odio ancestral y los columnistas que alababan la alianza, criticarán. Muchos priistas, muchos panistas honestos aplauden este divorcio porque nunca estuvieron de acuerdo con el amasiato, pero lo toleraron porque creyeron que sacarían raja política de ella y únicamente consiguieron terminar rajados ellos. ¿Vendrán otras PeRreDizaciones?

Se acabó aquello de que tocar a uno era tocar a todos; están separados y hasta peleándose en relación con la reforma judicial, donde algunos senadores priistas ya están proponiendo modelos posibles y cercanos a la propuesta presidencial en una “estrategia de reconciliación”. Si Alito logra su cometido de quedarse o no en poder del PRI, no impide que se hable de dictadura y su cateto congénere panista unido a la misma yunta, culpa a todos de su fracaso, no para de llorar por lo perdido y por lo que viene aún, pero sueña con imitarlo; ambos, como en el caso de Obregón que fue asesinado antes de ocupar por segunda vez el cargo, sí hubo reelección y, por lo tanto, traición a los principios revolucionarios y desprecio a la inteligencia de los mexicanos.

Regresando con Creso de Lidia, perdió trono, reino y libertad personal. Ambos casos (siglo VI a.C. y XXI d.C.) serían similares, en el uno y en el otro continuaron utilizando puras decisiones viscerales ante jugadores cerebrales que seguirán eternamente burlándose de sus triquiñuelas candorosas.

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