jueves 19, septiembre, 2024

Dogma de Fe 

Marcos Durán Flores

¡Este sábado, tu alma pertenece al rock!

Para algunos de nosotros, comenzó un poco más tarde, con nuestro primer conocimiento de Elvis. Pero para aquellos de nosotros que crecimos en los años setenta y ochenta, no parecía importar cómo o dónde escuchamos el rock por primera vez.

Lo único que sabemos es que fue un cataclismo sónico que surgió (aparentemente) de la nada, con el poder de cambiar nuestras vidas para siempre. Pero era obvio que el rock se iba a tratar de la banda sonora de nuestras vidas. Al crecer en un mundo que apenas comenzábamos a comprender, finalmente, habíamos encontrado algo para nosotros: para nosotros juntos, para nosotros solos. Era el rock.

¿Pero de dónde vino? ¿Cómo empezó? Casi setenta años después de que el rock estallara sobre el mundo en todo su esplendor, todavía no tenemos una respuesta simple y definitiva a estas preguntas. Por supuesto, son preguntas con trampa. ¿De dónde crees que vino el rock & roll y cómo crees que creció? Eso depende de cómo definas el rock.

A una de las estrellas del rock de los primeros años, se le preguntó sobre los orígenes de la música en una entrevista televisiva de los años cincuenta. Él respondió que el rock & roll no es más que rhythm & blues. Se trata quizás de una afirmación válida: todos los rockeros de los años cincuenta, fueron influenciados por el R&B, la música popular negra de finales de los cuarenta y principios de los cincuenta.

Ahí surgió un precedente claro en un artista como Chuck Berry, que combinó las influencias del hillbilly, el blues y el swing-jazz en más o menos igual medida y escribió canciones sobre la vida y la cultura de los adolescentes. Luego vino Elvis Presley arrasando con todo. Le siguieron Jerry Lee Lewis, Johnny Cash, Bob Dylan y tantos otros solistas y grupos de primer nivel.

Luego surgieron los Beatles y surgió una revolución musical, un trastorno social y generacional de impredecible alcance. Por eso, cuando los Beatles se separaron en 1970, en medio de confusión, demandas y recriminaciones, ya era muy difícil acabar con el sueño, una utopía que no iba a ser, pero que seguirá mientras el sueño se mantenga vivo.

En mi caso tuve acceso al rock siendo apenas un niño, por la influencia de mis tíos, Jaime y Gerardo, Por ellos conocí a Queen, Black Sabbath, Deep Purple, Jethro Tull, Pink Floyd, AC/DC, Kiss, Eagles, The Who, Los Stones, Genesis, Sex Pistols, The Clash, Bee Gees, David Bowie y por supuesto su majestad Led Zeppelin.

Recuerdo que, aun siendo niño en Monclova, escuchaba una estación de radio que programaba éxitos del rock de finales de los setenta y principios de los ochenta.

 Ya en los principios de mi adolescencia, las canciones, grupos y solistas influyeron en mí a construir una imagen y hasta modelos de cómo comportarme. Tal es la influencia del rock en las personas. Ahí está el ejemplo de canciones que sirvieron para unificar y expresar emociones comunes. Algunas de ellas se convirtieron en “himnos” de generaciones como “We Will Rock You” de Queen, “Born to be Wild” de Steppenwolf o “Back in Black” de AC/DC.

Para ese tiempo yo vivía ya en Saltillo y me encontré con tres amigos y hermanos por elección: Luis González Zozaya, Gerardo González Zozaya y Fernando González López, en quienes, además de una entrañable amistad, nos une una misma afición: El rock. Juntos escuchábamos y seguimos escuchando a Police, Van Halen, Judas Priest, Def Leppard, Motley Crue, Bon Jovi, Ozzy Osbourne ya en su etapa de solista, lo mismo que Ronnie James Dio, Metallica, Aerosmith, Iron Maiden, Scorpions, U2, Outfield, Dire Straits, Starship, Whitesnake, Kiss, Twisted Sister, Toto. Ya en los noventa nuestra atención fue a bandas notables como Nirvana, Gun’s N Roses, Oasis, Skid Row, Radiohead y en el nuevo siglo a White Stripes, The Killers, Greenday, The Strokes, Keane, Coldplay y tantos otros que me falta espacio y por supuesto, también para el rock en español, con su ejemplo más emblemático: Soda Estéreo.

Hoy celebramos el Día Mundial del Rock, y me resulta imposible ignorar su impacto en nuestra cultura. Gracias al rock, lo que escuchábamos y cómo lo escuchábamos; ayudó a hacer que el mundo fuera un patio de recreo en lugar de un campo de batalla. Así es que no olvidemos jamás la frase épica del gran Jesús López Castro: ¡Este sábado, tu alma pertenece al rock!

@marcosduranfl

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