Héctor Reyes
Reinventarse
Los resultados del pasado proceso electoral obliga a los partidos a una profunda y seria evaluación de su situación.
Para el PRI la magnitud de la adversidad no sólo se reduce a la contienda que concluyó. Sin duda, a nivel nacional hay una crisis, no sólo es por la pérdida de votos, hay una pérdida del proyecto de origen y viene de tiempo atrás. Su único destino posible es reinventarse.
La elección fue una derrota apabullante, si, pero el porcentaje alcanzado por Morena no es una licencia para asumirse como el mandante único de los destinos del país. Además, el actual consenso hacia una fuerza y un líder es precario, difícil de reproducirse en el tiempo, más con los problemas que enfrentará quien gobierne en la gestión que ahora se perfila. Las mayorías abrumadoras no son el signo de los tiempos futuros y el inevitable conflicto social debe canalizarse a través de la pluralidad en elecciones razonablemente justas, si se quiere una salida civilizada.
La jornada electoral del pasado 2 de junio en México ha mostrado indicios de una profunda crisis en los partidos políticos que hasta hace poco dominaban este ámbito, pues los resultados revelan una disminución significativa en el apoyo a los partidos tradicionales, así como un crecimiento en la preferencia hacia nuevas opciones.
La victoria de Claudia Sheinbaum de Morena, cuyo partido dominará el Poder Legislativo con mayoría calificada, deja un cambio en el escenario político que ha generado un intenso debate sobre el futuro de los otros partidos en el país, y plantea la interrogante de si están perdiendo poder y relevancia.
La crisis de los partidos tradicionales es evidente, con el PRI y el PAN perdiendo terreno significativamente en las últimas elecciones, el PRI, que alguna vez fue el partido dominante en México, ha sido relegado a un quinto lugar en la Cámara de Diputados. Esta caída refleja no sólo la pérdida de confianza de los votantes, sino también una crisis interna de liderazgo y visión. La solución para estos partidos es una renovación profunda de sus liderazgos.
Varias voces indican que los líderes que realmente se necesitan, deben de representar los intereses de la ciudadanía y no solo los de los grupos partidistas. Esas voces insisten que el próximo líder del PRI debe venir de la ciudadanía, alguien que pueda conectar con la gente y restaurar la confianza en estos partidos.
Las derrotas, de una u otra manera, son una oportunidad para crecer, para desarrollarse, ¿ejemplos?, ahí tienen en Saltillo a Javier Diaz y Jericó Abramo, cada uno perdió una elección, pero se reinventaron, trabajaron con la mirada hacia adelante y ahora el primero es Alcalde Electo y el segundo va por su segundo periodo consecutivo, como diputado federal.
Para el PRI, son tiempos de reflexión, tiempos de hacer una renovación generacional, dicen que en vez de cambiar siglas, deben de cambiar personajes, y como decimos anteriormente, esos personajes deben de conectar con el electorado, como lo hace el Gobernador Manolo Jiménez, el cual fue un candidato que planeó, trabajó y arrolló en su campaña, su presencia y liderazgo en Coahuila, hace que tenga un imagen sólida.
El PRI en general, debe de hacer un profundo análisis, para reinventarse, es un partido histórico, casi centenario, que debe de mirar a su pasado entre la nostalgia y el orgullo, pero ver el futuro que lo haga recuperar su presencia, así como Javier y Jericó, se repusieron, el PRI debe de sacudirse, acercarse a la ciudadanía, reinventarse.
Buen fin de semana, la frase: “La vida no te enseña a ser fuerte, te obliga a serlo”. ¡Ánimo!
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