Barbas a remojar
Julián Parra Ibarra
Si no quieren que en un corto plazo les suceda lo mismo que le ocurrió al PRD que perdió su registro como partido político nacional en la elección del pasado 2 de junio, los priistas y panistas tienen que empezar a tomar cartas en el asunto, debieron haberlas empezado a tomar desde la noche de ese domingo trágico, y el primer paso debería ser el cambio de la dirigencia nacional.
En la elección presidencial los blanquiazules lograron 16.31 por ciento de los votos ejercidos, en tanto que los priistas apenas alcanzaron un 9.66. Se podría pensar que ambos están muy lejos de quedar por debajo del 3 por ciento exigido por la Ley para conservar el registro, pero esto es algo similar a la leyenda de los espejos retrovisores de los autos que dicen: Cuidado, los objetos en el espejo están más cerca de lo que parecen.
Mire, el PRD en la intermedia federal del 2021 pasó de ‘panzazo’ al registrar 3.63 por ciento de los votos. Su dirigencia ni la militancia le dieron la importancia al intenso ruido que emitieron entonces las alarmas internas, le apostaron a nadar de a perrito para conservar su registro, aliados con el PRI y el PAN, y tres años ya no la libraron al haber recibido apenas 1.86 de la votación total emitida.
Alejandro ‘Alito’ Moreno asumió la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en agosto de 2019 en los momentos en que Morena gobernaba seis estados, el PAN en nueve, y los tricolores en 12. De entonces a la fecha el partido del presidente ya tiene gobiernos en 23 estados, al PAN le quedan cuatro –Aguascalientes, Querétaro, Chihuahua y Guanajuato-, en tanto que los priistas ya solamente gobiernan en dos, Coahuila y Durango.
Moreno ya dejó muy en claro que no se quiere ir de la presidencia del PRI, pero más que lo que él piense o quiera, quizá sea momento que la militancia reaccione antes de que muy pronto a su partido le pase lo mismo que al PRD, y ese muy pronto pudiera ser la próxima elección intermedia federal de 2027 si no se toman acciones inmediatas. Alito, a quien sus malquerientes le dicen ‘Amlito’ y dicen que es Moreno, pareciera que es el caballo de Troya enviado para destruir desde adentro al otrora ‘partidazo’, y no se quiere ir hasta lograr su objetivo.
Marko Cortez llegó a la dirigencia nacional del PAN en noviembre de 2018 y, ya lo dijimos, todavía en 2019 mantenía nueve gubernaturas, y como dice el cuento de los perritos, de las nueve que tenía ya nomás le quedan cuatro. El líder panista dinamitó en Coahuila la alianza que su partido tenía con el PRI y el PRD, y lo condenó a perder municipios importantes en la entidad donde prácticamente el PAN es un partido marginal.
Si la oposición en nuestro país aspira volver a arrebatarle la presidencia de México a Morena, desde el primer minuto en que se supo que la triunfadora era Claudia Sheinbaum, debieron ponerse a trabajar, y el primer paso es una reestructuración interna comenzando por la renovación de su dirigencia. Si ya vieron las barbas de su vecino cortar, habría que poner las suyas a remojar.
Y de hecho más allá de los conflictos internos que se han desatado por la derrota –ya sabe usted que la victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana-, ya tendrían que ir trabajando, impulsando y promoviendo, a sus perfiles para el 2030, que parece lejos, pero el trabajo tiene que empezar desde ya, y creo que ya se están empezando a tardar, más allá de que vuelvan a ir juntos o por separado.
Si se van a esperar a que el tiempo se haga cargo de todo, lo único que van a conseguir es dejar el camino libre para que Morena alargue su tiempo gobernando el país, y lo temible para ellos, es que en la intermedia de 2027 o en la presidencial de 2030, alguno -o ninguno de los dos- alcance el 3 por ciento que marca la ley, y uno de los dos –o los dos- llegaran a perder su registro.
Tanto Moreno como Cortez, se sienten los dueños de sus respectivos partidos y están empecinados en no dejar la presidencia. Por sus propios intereses ahí quieren quedarse hasta lograr la desaparición de sus partidos.
Lo que verdaderamente asombra, es que la militancia de ambos se quede con los brazos cruzados, se quede inmovilizada, viendo como sus presidentes, desaparecen a sus partidos. Eso también es bien cuestionable.
X= @JulianParraIba