AMLO y Donald Trump, paralelismos deseables
Macuspana y Nueva York están separados por más de 4 mil 600 kilómetros, pero los acerca el paralelismo entre dos de sus hijos predilectos: Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump
Carlos Arredondo Sibaja
México es uno de los pocos países de Latinoamérica en el cual ningún expresidente -en la era moderna- ha sido sometido a juicio y/o condenado por incurrir en un delito. Y no porque no haya quien lo merezca, sino por una vocación, muy nuestra, por la impunidad.
De hecho, en América del Norte no había un solo precedente en este sentido. Hasta este jueves, cuando un jurado encontró culpable, de 34 cargos criminales, al estadounidense Donald Trump. De esta forma, el neoyorkino ha hecho historia: se convirtió en el primer titular del Poder Ejecutivo, en los países de T-Mec, en ser declarado delincuente convicto.
La veda electoral, cuyo significado en el ideario del líder macuspano implica guardar silencio el jueves y viernes previos a la jornada electoral, nos ha privado de conocer la postura de Andrés Manuel López Obrador respecto de la condena recetada a su compadre en una corte de Nueva York.
Pero, sin duda, fijará postura el lunes. No hace falta, sin embargo, esperar a entonces para adelantar su reacción: se colocará del lado de Trump y repetirá el discurso ramplón con el cual intenta escurrir el bulto ante las acusaciones relativas a la rampante corrupción prohijada por su gobierno: es temporada electoral; no se vale usar el poder para perseguir enemigos políticos; se debe esperar a escuchar la sentencia… y bobadas por el estilo.
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La razón por la cual López Obrador defenderá al impresentable expresidente de los Estados Unidos, declarado 34 veces culpable, es bastante simple: sus comportamientos presidenciales son casi idénticos y por ello nuestro mesías tropical no puede encontrar defecto alguno en la conducta y los excesos de quien, como él, es un individuo moralmente contrahecho.
Para López Obrador atacar a la prensa, calumniar rivales políticos, tolerar la corrupción de sus familiares directos y colaboradores cercanos, torcer la ley para favorecer sus ambiciones personales, o intentar dinamitar las instituciones democráticas es un martes normal… ¿cómo podría condenar a Trump por comportarse exactamente como a él le gusta?
Más aún: a los déspotas profesionales sin duda los ve con envidia, incluso con admiración… ¡cómo desearía contar con la posibilidad de reelegirse indefinidamente como el autócrata bolivariano Maduro! ¡Algo daría por tener la posibilidad de instaurar en México el régimen de partido único al estilo de la dictadura de La Habana! ¡Quién fuera Putin!
Defender a Trump será pues, para nuestro aprendiz de dictador, casi una obligación, un acto natural. Porque, en el fondo, es también un acto de defensa, una estrategia para adelantarse al juicio de la historia.
La razón es simple: al final de su sexenio, López Obrador se ha ganado, sin lugar a dudas, un lugar de privilegio junto a quienes gobernaron en el pasado y deberían, como Trump, ser llevados a juicio y condenados por los muchos delitos cometidos y/o tolerados a lo largo de su sexenio.
El no haber atestiguado hasta ahora un juicio penal contra un expresidente en México no constituye una regla sino solamente una circunstancia histórica cuya modificación debe ocurrir en algún momento… y algún expresidente deberá ubicarse en la misma situación en la cual se encuentra hoy Donald Trump.
ARISTAS
Mañana es el día. No hay pretextos. No hay excusas. Hágase un espacio en la agenda y salga a votar. Por quien sea… o anule la boleta si nadie le llena el ojo. Pero no deje de cumplir con su obligación… Use su boleta: le está esperando en la casilla donde está inscrito.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx