sábado 23, noviembre, 2024

Arturo Ríos, gran actor, lindo compañero de trabajo

Historias de Actores

Raúl Adalid Sainz

Ayer, veinte de marzo, se rindió homenaje en el «Teatro El Milagro», al prodigio, a un actor. Su nombre: Arturo. Un compañero que marca senda teatral por los Ríos de la vida.

Creo que la primera vez que vi a Arturo fue en unos programas de teatro nocturno que hacía Canal Once. Eran una especie de ensayo teatral que dirigía Juan Felipe Preciado. En esa ocasión ensayaban: Romeo y Julieta. Arturo era Romeo.

Al poco tiempo lo vi en teatro en, «Tina Modotti», de Victor Hugo Rascón Banda, dirigido por Ignacio Retes. Bien que recuerdo a Arturo personificando al joven cubano revolucionario Julio Antonio Mella. Lo veo caer asesinado en las tablas del «Juan Ruiz de Alarcón», llorando «Tina Modotti» su muerte. La presencia de ninfa Modotti estaba interpretada por Tina Romero.

Al tiempo vi una espléndida interpretación de Arturo en, «De Película», dirigida por el mago hechicero poeta Julio Castillo. James Dean era interpretado en febril dolor violento por Arturo. Una luz del cine de barrio en el teatro era ese inolvidable montaje.

Mi memoria en reconstrucción me ubica en el «Teatro Xola». Ahí veo a Arturo en «Antígona Nueva York», dirigido por Ludwig Margules. La melancolía en blues newyorkina de un emigrante en derrota era expresada por Arturo en el quiebre de la asumida imposibilidad. Su trabajo era notable. Un querer conocerlo y compartir un día escena.

La vida me llevó al deseo cumplido un año y medio después. No fue en el teatro, fue en el cine. Fuimos compañeros en la cinta: «Pachito Rex», dirigida por Fabián Hoffman. Ahí conocí a Arturo como compañero. Una persona generosa para hablar de actuación, del teatro, de la anécdota de vida. Fue una gratísima impresión conocerlo.

Recuerdo que en esa ocasión charlamos de Margules, del terrible sometimiento del director polaco para sacar lo máximo del actor. Hablamos del poco cine hecho por Arturo. Rememoró una película que me mencionó como un buen recuerdo: «Desiertos Mares», de José Luis García Agraz.

Yo lo tengo presente en su atribulado «Adrián», en: «Entre Pancho Villa y una Mujer Desnuda». Cinta dirigida por Sabina Berman.

Mención aparte merece su trabajo cinematográfico en: «Cuento de Hadas para Dormir Cocodrilos», de Nacho Ortiz. El insomnio interminable de un hombre en su búsqueda de identidad. Ese año de 2001, Arturo ganó el «Ariel».

La vida me llevó a tratarlo más hondamente el pasado año de 2016. Fuimos, ahora sí, compañeros de teatro en el montaje: «Pequeños Zorros», dirigidos por el maestro Luis de Tavira.

Fue un deleite compartirlo. Generoso. Cálido en el apoyo al compañero. Con espléndida charla en el recuerdo de vida. En el presente. Un amante al reconocimiento de la belleza femenina. Inolvidable su presencia en aquel camerino del «Teatro Santa Catarina».

Como actor teje el personaje. Lo intuye. Lo percibe. Lo descubre. Al vislumbrarlo lo vive, lo transmite en el detalle. El alma y pensamientos del mismo son expresados en matices de alto contenido. La voz de caverna ancestral de Arturo le da un signo maravilloso.

El último trabajo visto a Arturo fue su dolor de padre en pérdida de su hijo en el montaje llamado: «La Guerra en la Niebla». Extraordinaria representación escénica.

Me congratula mucho su homenaje. Así deben ser. En vida. En plenitud de facultades.

Es lindo, grato saber, que un compañero actor de hondura y compromiso es reconocido.

Gracias Arturo por tanta vida compartida en tan poco tiempo. Qué Dios y la vida sigan prodigando tus dones. Qué tu bonhomía siga siendo el atractivo para tanto público y compañeros que te queremos.

Te mando un enorme abrazo.

Nota: Este escrito fue elaborado en marzo 20 de 2017, día en que Arturo fue homenajeado. Platicaré una anécdota curiosa. Hay veces que he tenido presentimientos con algunos compañeros de que algo va a suceder, cosas buenas por supuesto. Generalmente son de trabajo. Al despedirse Arturo de mí en la última función de «Pequeños Zorros», le dije: «No nos despidamos, siento que nos vamos a ver muy pronto en otro trabajo». A las dos semanas nos veíamos en el set de la serie televisiva: «Había una Vez», con el capítulo «Pinocho». Arturo hizo un entrañable «Yepeto». Fuimos hermanos. Vivimos una entrañable y creativa grabación dirigidos por el gran Hari Sama. Le mandé el capítulo a Arturo a su whats up y me contestó con simpatía: «Ya nos inmortalizamos». Pronto volveremos a vernos, querido Arturo Ríos, aunque no sea bajo la luz de un presentimiento.

La segunda foto es durante la grabación de la serie: «Había una Vez»; Arturo Ríos a la derecha, Hari Sama, nuestro director al centro, y un servidor. Esta serie se puede ver por Vix+.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de este México Tenochtitlan

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