Siempre admiré a Paty Reyes Spindola. Dios me dio la fortuna de ser su compañero actor en el cine. En ese momento de gozo le regalé este sentir a su persona y gran trayectoria
Raúl Adalid Sainz
En su tic-tac van sus pasos de actriz.
Las huellas son sublimes, fuertes, decididas, tiernas, una amalgama de arcoíris emocional.
Patricia da encanto subyugante a la pantalla. Es esa presencia primera de «La Otra Virginidad».
Es juguetona matrona de Gómez Cruz en «Retrato de una Mujer Casada», de aquel tabasqueño Bojórquez.
Es protagónica presencia en su amoroso compromiso humano recreado para su «Luz» en purgatorio.
Patricia es aquella recia oaxaqueña barriendo a punta de escobazos a sus hijos «Porfirio» y «Chato», con su inolvidable «Petrona» en «Vuelo del Águila».
Es un trago de tequila en borrachita presencia de «Reina de la Noche», a su viaje de luna acaeciendo el mar en Lucha Reyes.
Patricia es esa que teje la presencia siendo inquietante ante cadáver amante en su «Perdición de los Hombres» de ese su querido Arturo Ripstein.
Es Emma, mujer insumisa que clama libertad, esa que cuál «Nora» se revela ante su casa de muñecas.
Es juguetona altivez de abogada coqueta en «Susana», en «Mi Mariachi».
Patricia Reyes Spindola simplemente es.
Una actriz que ha ido del brazo de los grandes cineastas mexicanos.
Patricia es nuestro cine nacional. En sus ojos se advierten las luces ilusiones conseguidas.
Si descorriéramos los telones de sus pupilas, se vería el devenir de sus inolvidables personajes.
Veríamos los gestos en dirección de sus grandes directores.
Veríamos su decisión al escuchar cámara-acción.
Sentiríamos su presencia desgajando inmensidad de su inolvidable sencillez.
¡Cantemos pues, hemos tenido el privilegio placer de conocer y trabajar junto a Paty Reyes Spindola!
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México-Tenochtitlan, un 11 de febrero de 2015 en filmación de la película «Mi Mariachi»