sábado 23, noviembre, 2024

Alma Muriel, una gran actriz de teatro

Historias de Actores

(Noveno aniversario de su adiós)

Raúl Adalid Sainz

«Vamos a comprarle un pastel y una caja de refrescos a Alma, hoy es su cumpleaños», así dijimos mis compañeros de camerino, Raúl Zúñiga, QEPD, Juan Moran y yo. Era doble función de «Tartufo», de Moliere, en el Teatro Hidalgo. La intención, era halagar a «Dorina» (nombre del personaje que encarnó maravillosamente.)

Sí, era el onomástico de Alma Muriel. La queríamos y admirábamos. Éramos unos pubertos (yo de veinte años) que compartíamos escenario con una gran actriz. Alma lo agradeció y nos invitó a la celebración de su cumpleaños en un lugar maravilloso: «Los Infiernos», de música anfroantillana.

Aquel nocturno de Insurgentes Sur con un diablo rojo entre llamas a la entrada. Sitio de embrujo. Esa noche compartimos de lo lindo. Lo veo y lo recuerdo. Vislumbro en la oscuridad a: Sergio Corona, Claudio Obregón, QEPD, Luis Couturier, Antonio Ruiz, Norma Lazareno, Viridiana Alatriste, QEPD, «El Chicken», secretario de Sergio, Jorge Monter, Rafael Robles.

Aún me parece ver a Alma en el escenario. Enmarcada en aquella escenografía monumental del talentoso David Antón, QEPD. Con esa energía felina, ella toda de blanco, con esa voz potente, con el matiz provocado por su amplio registro emocional. Con ese aire de diva de otros tiempos. Bello recuerdo a una actriz que era una gran profesional, magno talento y temperamento. QEPD Alma.

Debo confesar que cuando la vi por primera en el vestíbulo del Teatro Hidalgo, lugar de las representaciones de la obra, quedé impresionado. José Luis Ibáñez, director de la obra, me la presentó, y le dijo: «Mira él va a ser una de tus movidas», al no saber cuál iba ser mi rol aún en la obra, le dije: «No, yo no sé nada», ella clavó sus ojos en mí, como riéndose, y me dijo: «Nadie sabemos nada».

Alma era imponente. Su presencia primera era inolvidable. No podía creer que aquella actriz, que un día vi, en un cine de mi pueblo, en la película «Amor Libre», de mi querido Jaime Humberto Hermosillo, estuviera frente a mí.

«Tartufo», de Moliere, tuvo trescientas sesenta funciones en el «Teatro Hidalgo». Trabajábamos de martes a domingo. Otros tiempos, sin duda, épocas en que había público para el teatro y apoyo por parte del estado. La obra fue producida por «Teatro de la Nación».

Nota: Texto perteneciente a mi libro: «Historias de Actores».

A medida que pasan los años en mi carrera de actor, reconozco y agradezco, que la herencia en vida que he recibido del oficio que amo, la actuación, ha sido conocer a estos actores, como Alma, que tanto admiré desde mi terruño Torreón, siendo niño y adolescente. Nunca imaginé que los iba a conocer, y mucho menos, alternar con ellos. Por eso escribo, y seguiré escribiendo, de mis aliados compañeros de la patria de la ficción. Es un deleite para mí comunicar el mundo maravilloso interno del actor. Y reflexionar vivamente, y preguntarme: ¿Quiénes somos, en realidad, los actores?

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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