Luis Alberto Vázquez Álvarez
“Cartago debe ser destruida” frase insistentemente vociferada en el senado romano por Catón el Viejo (157 a.C.) quien no cesaba de repetirla hasta que finalmente aquella fue destruida gracias al odio latino surgido por una serie de mentiras contra ese pueblo; no quedó piedra sobre piedra y sus campos de cultivo fueron arados con sal. Eh ahí el fruto del furor romano producto de falacias contra Cartago.
En la humana historia se repiten cada época sofismas contra naciones, pueblos y personas. Una de las más atroces es la llamada “Leyenda negra contra España”; término utilizado para describir la infamia propagandística que desde el siglo XVI generaron ingleses con la finalidad de denigrar en todos los aspectos al Imperio español y reducir su prestigio e influencia en una profunda distorsión de la historia mundial. Si bien hubo masacres como las de Cholula y Tlatelolco por los conquistadores que se comportaron como Atila, hubo muchos aspectos positivos que ellos demeritan destacando únicamente lo negativo. En la realidad los británicos fueron más crueles, ejemplos la inmolación indiscriminada de indígenas americanos; la matanza de Amritsar en la India en 1919 y la apertura obligada de puertos chinos para la comercialización de opio.
Durante la independencia, los insurgentes recurrieron a la Leyenda Negra como una de sus mejores propagandas contra el Imperialismo español; Estados Unidos la aprovechó para someter a las nacientes naciones latinoamericanas y con diversos tratados obtuvo dominio y riquezas incalculables justificándose con progreso inexistente y falsa inclinación nacionalista, todo orquestado desde Washington a base de patrañas.
La historia sigue tejiendo intrigas y pasiones violentas que demuestran muy bien que todas estas leyendas están manchadas de sangre y gracias a maquiavélicas jugadas terminan aniquilando a los débiles. Desafortunadamente ahora esto ha sido retomado por conservadores aliancistas mexicanos quienes buscan destruir, generalmente con actos viles lo que a sus intereses afecta y la desesperación hace que se publiquen falsedades y se creen rencores haciendo realidad la frase de Shakespeare: “odiamos lo que usualmente tememos”
La guerra sucia incluye cónyuge e hijos del adversario, pero también se destaca en negar, reducir, nulificar o demeritar éxitos contundentes, ejemplos: México pasó a ser la economía 12 del mundo avanzando varios lugares y rebasando a Corea del Sur, Australia y España, según el Fondo Monetario Internacional; los medios tradicionales ni lo mencionaron, ah, pero como si descollaron el menú del tren maya o la no terminación del tren transitsmico, obras que en el extranjero fueron elogiadas; aquí denostadas. Los embaucadores critican esos porque según ellos no promueven el turismo, mientras miles de personas buscan viajar por ellas para gozar sus vistas; además hay millones de mexicanos antes olvidados que hoy obtuvieron trabajo tanto en la construcción como en su posterior funcionamiento. Por tantas mentiras mediáticas nadie les cree y seguirán huérfanos del erario con el que antes compraban aduladores; pueden seguir atacando, solamente sus fans de siempre les seguirán; el resto continuará sin voltear a verlos.
Las encuestas son otra arma utilizada en la guerra sucia, la mitomanía impide ver al otro en las estadísticas reales y, en su delirio de grandeza, cree tener más de lo que la realidad le ofrece. Su concepto es que si beneficia su línea política es honesta, si apunta al contrario es comprada y falsa, pero vilipendiar aquellas que pregonan y publicitan medios de mucho renombre es petulancia y cerrar los ojos a la objetividad. Otro ejemplo son los titulares mediáticos con doble sentido; si no se lee completa la nota se cree sucede en México cuando realmente ocurrió en Gaza o en Tombuctú.
Y bien, la guerra sucia apenas asoma, la utilización de inteligencia artificial se agudizará más y más para destruir personas y dignidades, ni dudarlo. Puede aceptarse que sin hostilidades se hable maravillas de una candidatura, que se le llene de prodigios, aunque todo sea exagerado, ya surgirá la verdad. Pero no es decente que por desesperación al verse muy rebasados en las preferencias populares busquen a toda costa destruir incluso al proceso electoral al detectar derrota aplastante en 2024. Si es sucio crear y más reenviar millones de bots, cientos de videos y páginas cargadas de odio contra acciones que favorecen a los más necesitados