(Un extraordinario monólogo que invita a tomar una postura ante la injusticia)
Raúl Adalid Sainz
¿Qué es ser justo en una sociedad que solapa, en un entorno que consiente y protege, muchas veces, a hijos que son monstruos?
Ayer, en la hermosa sala teatral Xavier Villaurrutia, salí descojonado. Preocupado de ver y sentir, el drama atroz que vivimos en nuestras sociedades. La mirada puede posarse en cualquier país. La condición de la mujer vulnerada, desaparecida en sus valores más íntimos humanos y de respeto, es una constante.
Hay seres humanos, hijos, en este caso juniors, que son una aberración. Un atentado a lesa humanidad.
Al ver este monólogo veraz, valiente, recordé aquel caso de unos jóvenes privilegiados, hijos de papá poderoso, que violaron a una muchacha en el municipio de Boca del Río, en Veracruz. Estos huyeron a España, solapados por los padres y autoridades, para evadir la justicia.
¿Cuál ha sido la responsabilidad de los padres, en hechos así? ¿Por qué surgen entes de ésta naturaleza? ¿El modelo educativo de país qué responsabilidad tiene, como materia rectora, hacia el porqué del respeto a la mujer? ¿Qué caminos debemos hacer sentir los adultos a los jóvenes para que se conmuevan y finquen valores personales hacia el respeto al prójimo? ¿Qué significa respeto? ¿Esa palabra tan sobada, que sentimos lejana en la aplicación personal?
Me incluyo. Todos los seres violamos leyes, normas para la armónica convivencia entre nuestros semejantes, y en la tergiversacion hacia nuestra propia configuración de valores. Muchas veces hay ausencia de ellos. ¿Qué son? ¿Para qué sirven? Todos deberíamos cuestionarnos.
«Una Buena Madre», parece un inicio feliz de un viaje hacia el preparado de unos panqués de arándanos. Las gráciles melodías norteamericanas parecen cantarnos las notas del sueño americano del mundo maravilloso de la familia. Esas que aparentemente no tienen problemas. Esas que creen tener hijos modelos. Esas que sienten ser escogidos, por quién sabe qué privilegios, mismos que segmentan atrozmente.
En ese viaje de cocina, «Mariana Buendía», se cuestiona su quehacer de madre. Llega a conclusiones. Nos hace partícipe de una acción terrible para restaurar el orden cósmico. El desorden debe calmarse. El cómo y el porqué, ustedes lo descubrirán al asistir a esta extraordinaria puesta en escena.
Un gran trabajo de introspección personal y de creación artística hacia su personaje por Guadalupe Damián. Actriz que conocí en su titulación del querido «Centro Universitario de Teatro», de la UNAM. «El Libro del Buen Amor», de Juan Ruíz, el Arcipreste de Hita, fue la obra de rúbrica de estudios, acontecida un mediodía del año 1999, en la plaza de Santa Catarina. Una brillante generación se graduaba.
Hoy, Guadalupe es una extraordinaria actriz, que ha caminado la vida, la reflexión, y la preparación. Necesitamos urgentemente actrices, actores como ella. Aquí, en este monólogo está soberbia. La dramaturgia es de ella misma. La acompaña en la dirección la capaz mano creativa de Juan Carlos Vives. Un ser de mucho camino de legua teatral, siempre amando al teatro.
La narrativa escénica es una pauta de diagrama. El escenario, sus elementos, son un personaje más. Ellos y su extraordinario equipo nos ofrecen un gran compromiso de teatro. Ese que nos invita a vivir una experiencia reflexiva hacia nuestra sociedad, y de urgente respuesta personal. Todo bajo el artificio vivo de la escena. Esa que confronta la conducta de las personas.
El diseño de escenografía es de Félix Arroyo, la configuración de vestuario de Giselle Sandiel y el diseño sonoro de Jorge Valdivia. Un gran aplauso a todos ellos, cada elemento es un ente vivo en este trabajo.
Si quieres ver un magnífico teatro, que te haga crecer y vivir una real experiencia; una cita urgente tienes con «Una Buena Madre». Sala Xavier Villaurrutia, Centro Cultural del Bosque, atrás del Auditorio Nacional. Jueves, viernes, a las 20 horas, sábados 19 horas, domingos 18 horas. Hasta el 17 de diciembre.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan