Álvaro Obregón, iba a terminar con la Rebelión Cristera
Jesús Vázquez Trujillo
A pesar de haber concluido su periodo presidencial, desde “La Quinta Chilla” su hacienda en Sonora, el general Álvaro Obregón seguía al pendiente del devenir nacional.
Por ello, se dio cuenta de la suspensión de cultos y el cierre de los templos por parte del clero católico, el cual se negaba a reconocer a la constitución de 1917 como la ley suprema del país.
La astucia y la sagacidad política de Obregón le hacían saber que el presidente Calles estaba cometiendo un error muy grave al provocar a la jerarquía eclesial, a la vez que se estaba metiendo con la fe y los sentimientos religiosos del pueblo.
Es por ello, que cuando Obregón se enteró de la política antirreligiosa de su paisano exclamó: ¡Válgame Dios, en la que nos va a meter este hombre!
En 1926, el general Álvaro Obregón regresó a la ciudad de México con intenciones de buscar su reelección como presidente de la República, y una de sus primeras acciones de gobierno sería hacer la paz con la iglesia, por ello entabló negociaciones con el Alto Clero para reestablecer la tranquilidad pública.
Todo esto, con ayuda del embajador estadounidense, Mr. Dwight Morrow, pues los Estados Unidos, eran los más interesados en que el conflicto entre la iglesia y el estado llegara a su fin, ya que el presidente Calvin Coolidge, temía que los bienes e intereses de los ciudadanos estadounidenses residentes en México, se vieran perjudicados por la guerra cristera.
En un mitin que tuvo con los campesinos, éstos le suplicaron a Obregón que acabara con la persecución religiosa en México, a lo que Obregón contestó socarronamente; ¡Dejen que se largue el turco, y podrán repicar las campanas de sus iglesias hasta que se queden sordos!
Desafortunadamente, el bajo clero y los cristeros nunca se enteraron de las negociaciones de paz entre Obregón y los obispos, ellos veían en su reelección una amenaza a la religión católica, y creyeron que sí Álvaro Obregón llegaba nuevamente al poder, la persecución religiosa nunca iba a terminar.
Recordemos que en 1916 – 1917, el congreso constituyente estaba dividido entre carrancistas y obregonistas, siendo el proyecto constitucional de éstos últimos el que finalmente se eligió. Es por ello, que desde que el bajo clero se enteró de las intenciones reeleccionistas de Obregón, intentó en varias ocasiones deshacerse de él, a toda costa.
El domingo 13 de noviembre de 1927, el general Álvaro Obregón es víctima de un atentado con bombas de dinamita, mientras se dirigía una corrida de toros.
Atentado del cual salió completamente ileso, por lo cual Obregón se burló de la torpeza de sus atacantes, quienes se le emparejaron al coche en que viajaba y le lanzaron las bombas. Sus atacantes, el sacerdote Miguel Agustín Pro Juárez, el ingeniero electricista Luis Segura Vilchis, y el Sr. Juan Tirado, fueron aprehendidos y fusilados el 23 de noviembre del mismo año.
Ante el fracaso del padre Pro, una monja de nombre Concepción Acevedo de la Llata. Conocida como la “Madre Conchita”, advirtió durante una de sus clases de catecismo, que si se quería salvar a la religión católica era necesario matar a Obregón.
Uno de sus adoctrinados, el caricaturista y fanático religioso José de León Toral, escuchó y se propuso cumplir con la instrucción de la monja.
El domingo 1 de julio de 1928, el general Álvaro Obregón resultó reelecto presidente de México para el periodo 1928 – 1934, pues aparte de haber conseguido que el artículo 83º constitucional se reformara para poder reelegirse, también logró que los periodos presidenciales se alargaran de 4 a 6 años.
El lunes 16 de julio, Álvaro Obregón tuvo una reunión con el presidente Plutarco Elías Calles en el Castillo de Chapultepec, en la que le hizo saber las intenciones que tenía de restablecer las relaciones de paz con el clero y terminar de una vez por todas con el conflicto religioso.
Álvaro Obregón, a los 40 años en 1928.
El general Obregón, creía que, para lograr la pacificación del país, era necesaria la reconciliación y la tolerancia.
Álvaro Obregón, deseaba llegar a la presidencia aquel 1 de diciembre de 1928, como el reconciliador tolerante y restaurador de la paz.
El martes 17 de julio, después de una comida ofrecida por la legislatura de Guanajuato en el restaurante “La Bombilla”, Obregón se reuniría con el embajador Morrow y con los obispos para terminar de una vez por todas con la persecución religiosa.
Desafortunadamente, ese día el general Álvaro Obregón fue asesinado por José de León Toral, quien cometió el homicidio en el “Nombre de Dios”.
Al año siguiente, en 1929, el presidente interino, el abogado Emilio Portes Gil, amigo y partidario de Álvaro Obregón, encomendó al Lic. Aaron Sáenz Garza, otro obregonista que se reuniera con los obispos Pascual Díaz Barreto, Leopoldo Ruiz y Flores, y con el embajador Dwight Morrow, quien fungiría como mediador, para firmar los convenios que ponían fin a la Rebelión Cristera.
Lo único que se hizo fue continuar y concluir con las negociaciones que ya había iniciado el general Álvaro Obregón.
La iglesia católica, siempre vio en el general Álvaro Obregón a un enemigo de la religión, cuando el verdadero enemigo lo era Plutarco Elías Calles. Álvaro Obregón, minutos después de sufrir un atentado dinamitero, 13 -11-1927.