viernes 20, septiembre, 2024

Julieta Egurrola, una actriz dotada por los supremos

De mi libro, «Historias de Actores», te comparto el corazón para una actriz que quiero y admiro mucho.

Raúl Adalid Sainz

¿Quién es Julieta Egurrola? Una actriz en toda la extensión de la palabra. Un ser humano lleno de congruencia a sus ideas de libertad, de conciencia política para su país. Una mujer de una pieza, esa que ama el teatro, el cine, que le llega a la gente por sus personajes televisivos. Esa que es, tierna orgullosa, cuando habla de sus hijos.

Después de diez años de trabajar con Julieta en el teatro, en la obra «Regreso al Desierto», de Koltes, la he vuelto a encontrar ahora en la película «Campeones», historia de los SUB 17 mexicanos que consiguieron el primer logro futbolístico para México en Lima, Perú en 2005.

Fue un gusto encontrar a Julieta Egurrola en los Estudios Churubusco, lugar de la cita para salir a Puebla, lugar de filmación. Platicamos de la cinta «Principio y Fin», por consiguiente, de Arturo Ripstein. De «Coriolano», de Shakespeare, su reciente montaje teatral en la Compañía Nacional de Teatro. De sus brillantes hijos: La cineasta Natalia Beristain y el actor Pedro de Tavira. Y por supuesto, de dos de sus grandes pasiones: El futbol y los toros. Así hasta llegar a Puebla de los Ángeles. Al día siguiente en llamado recreamos como actores espectadores el triunfo de México ante Brasil, en esa final que fue un contento para México. Julieta interpreta a la madre de Jesús Ramírez, el entrenador ganador de aquella selección.

Convivir con Julieta es vivir en intensidad la vida, es platicar de historias, de postura ante la existencia, es reír, es caminar comulgando con los compañeros por el centro de Puebla, es degustar en su compañía una rica comida, es aprender de su presencia.

Como actriz, Julieta es un arcoíris emocional, posee un diapasón de matices impresionante. Veraz. Vive la ficción como pocas. Intuitiva para oler la conducta del personaje. Precisa para señalar los objetivos. Los dioses le regalaron un talento magnificente y ella lo abona, lo riega, les habla a sus flores y genuina y generosa las regala. Disciplinada. Amante sacerdotisa que se entrega.

Siempre la recuerdo en, «Moon Light», de Pinter, dirigida por Margules, en «Creator Principium» de Héctor Mendoza, en «Lulú» de Wedekind, dirigida por Margules, en «Ser es Ser Visto» y «El Jardín de Los Cerezos», dirigida por Luis de Tavira, en «Regreso al Desierto», con dirección de Boris Shoemann. Su menonita en «Desazón», de Víctor Hugo Rascón Banda, dirigida por José Caballero, cala hondo en el recuerdo. En cine su inolvidable madre de «Principio y Fin», así como su ambigua presencia en tango bailado con Jiménez Cacho en «Profundo Carmesí».

Es un gusto compartir la esencia del minuto transformada en hora con Julieta. Y además, como cereza en el pastel, practica el verbo futbolístico. Su debilidad y sufrimiento: las alicaídas «Chivas Rayadas» del Guadalajara. Aunque ella diga que ya le valen madre. Guarda un cariño especial por mi Comarca Lagunera, donde tiene sus primos hermanos originarios de Ciudad Lerdo. Lugar que ella recuerda con cariño desde su niñez, pues ahí era libre jugando, andando en bicicleta y yendo al río de Raymundo. Sí, ese «Raymundo beach», así como cariñoso le dicen los laguneros.

Nota: El escrito fue concebido en noviembre de 2014. Hoy otoño del 2020, debo agregar a sus grandes creaciones su sensacional trabajo actoral en la obra, «Después del Ensayo», de Bergman, dirigida por Mario Espinoza. Debo decir que nunca había visto una actriz con semejante despliegue de emociones volcadas en un escenario. Y vaya que me jacto de haber visto teatro. En 2019, Julieta interpreta a » Hamlet», el Príncipe de Dinamarca shakespereano, su imagen reverberando un David Bowie me es un eco de rumor de tiempos remotos. «El ser o no ser» de una gran actriz.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México-Tenochtitlan

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