Apple y la manzana de la discordia
Marcos Durán Flores
Hace casi 250 años, Benjamin Franklin, uno de los más grandes hombres de su tiempo, dijo que “Cualquier sociedad que renuncie a un poco de libertad para ganar un poco de seguridad, no merecen ninguna de las dos cosas”. Menciono esto por el debate que hace algún tiempo surgió entre el Departamento de Justicia de los Estados Unidos con Tim Cook, presidente de Apple. La polémica surgió, cuando el Gobierno había solicitado a la Apple acceder a los datos del iPhone del terrorista Syed Farook quien, junto a su esposa Tashfeen Malik, habrían asesinado a 14 personas hace algunos años en San Bernardino, California. Apple, aseguró que el FBI le ha pedido desarrollar un sistema para entrar al celular del militante extremista musulmán, hecho al que se ha negado en aras de la privacidad, no de Farook, sino de todos sus millones de usuarios.
Ante esto, el FBI consiguió una orden judicial y Apple respondió rechazándola públicamente. El sucesor de Steve Jobs, publicó una carta abierta explicando que ceder a estas pretensiones, sería un ataque a la privacidad de los clientes, algo a lo que no estaban dispuestos, pues, en adelante, las autoridades pudieran saltarse sus protocolos de seguridad sin necesidad de informar a Apple, que además tendría que modificar su sistema operativo mediante una actualización, lo que se considera que haría vulnerables a ataques todos sus móviles y tabletas.
Este es el punto de discusión más fuerte entre el gobierno y Apple: La polémica “backdoor”, como se denomina en inglés, permitiría saltarse cada vez que quiera a Apple en caso de necesitar información del contenido del celular de un propietario de un iPhone, cualquiera que este sea. La postura que defienden se basa en que esto puede ser explotado no solo por los gobiernos, sino también por los hackers e incluso organizaciones terroristas.
La compañía asegura que siempre ha colaborado con las autoridades en cientos de casos de seguridad nacional. Pero en este, en especial, resultaba más complicado, dado que el autor del tiroteo, desactivó 15 días antes de los atentados su cuenta de iCloud, el almacenamiento en la nube que también alberga la localización del aparato. Para el FBI, entrar en el contenido del teléfono es crucial para reconstruir los hechos, y argumentan que los estadounidenses deberían renunciar (un poco) al derecho fundamental a la intimidad, sin ninguna garantía de que lo que se encuentre en este teléfono (o en cualquier otro) hará de los estadounidenses ciudadanos más seguros.
Es por eso por lo que el presidente de Apple, Tim Cook, sostuvo esta batalla en contra del último ataque del gobierno sobre la privacidad de sus ciudadanos, en este caso decenas de millones de estadounidenses dueños de un iPhone. En sus propias palabras, la creación de un sistema operativo “menos seguro” que pudiera utilizar cualquier autoridad para revisar conversaciones, mensajes, fotografías o páginas que visitamos, es el equivalente a entregarles una llave entrometerse en nuestra privacidad.
Se trata de cómo el nombre de la compañía Apple, de una manzana, pero de la discordia, pues el doble debate al que nos orillan en ocasiones las autoridades es: ¿Qué prefieres, libertad o seguridad?
Por un lado, están los esfuerzos de las autoridades por trabajar todos los días para mantenernos más seguros. Por el otro, los defensores de las libertades civiles dicen que el secreto de las comunicaciones desempeña un papel crucial en una sociedad libre y democrática.
No están en contra de la vigilancia a personas relacionadas o susceptibles de cometer actos terroristas, pero hasta ahí y que cualquier otra cosa se trata de un intento del gobierno para pisotear las libertades civiles en la era de la delincuencia digital. Lo que seguiría es un estado totalitario que tiene por sospechosos a todos sus ciudadanos y advierten que en las manos de gente, sin escrúpulos, la información obtenida de vigilancia es una poderosa arma.
Desconozco si Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de lo que hoy es los Estados Unidos de América y quien inventara el pararrayos, tenía razón, pero lo cierto es que nunca imaginamos lo peligrosa que puede llegar a ser nuestra seguridad.
@marcosduranf