“El mundo es ya siempre el que comparto con los otros… El ser es ser-con otros”.
Martin Heidegger, Ser y Tiempo
Luis Alberto Vázquez Álvarez
“Desde su infancia, la filosofía ha estado entronizada por el Otro que permanece siendo Otro y que no es capaz de ver a los demás como un “Yo”; así se pierde la filosofía del ser. Paul Ricoeur, filósofo francés, asevera que el objetivo de la “vida buena” para los seres humanos, es entenderse a “sí mismo y como otro”: (Ipseidad y alteridad). Ello se logra acentuando la justicia en lo institucional y lo ético en lo social; “…somos el bien primario; el que ha realizado el bien por el bien mismo. Quien ha creado instituciones justas en momentos históricos; porque toda persona humana se desarrolla a sí misma como otra, solamente en instituciones justas”.
La persona humana es el único ser que puede tener responsabilidad, y la tiene, entonces podrá escoger libremente sus acciones, podrá deliberar entre cuales alternativas seguir y por tal, será responsable de las consecuencias que resulten, toda vez que hubo una libre elección de estas. El poder mismo de responsabilidad lleva a su vez el deber que exige no caer en el “olvido del Otro”: la cosificación del otro nos condena y nos bestializa.
Las terribles matanzas de civiles judíos por terroristas anti-sionistas y las masacres israelíes de palestinos, así como la destrucción de vidas en el llamado campo de batalla “picadora de carne” donde cientos de miles de rusos y ucranianos han muerto, nos plantea la duda de si sabemos, creemos o sentimos que todos los seres humanos somos dignos y que cada vida es única e inatacable en todo momento y en cada lugar.
La migración, esa que tanto hostigan los supremacistas blancos gringos contra latinos y que se extiende por todo el mundo, de África a Europa, de Asia al mundo entero y que ahora se ve más afectada por las guerras antes mencionadas, incita al coraje, lástima y hasta angustia al saber que algunas naciones impiden la entrada de refugiados como sucede ahora mismo en los países árabes con los palestinos.
El ataque sistemático y ancestral a los pueblos autóctonos ha sido histórico, son instrumentos de políticos sin escrúpulos que los utilizan en campañas electorales, lo mismo en México que el resto de América y en África, lo peor es cuando por odio entre facciones impide que ellos tengan acceso a bienes y servicios que podrían ayudar a su desarrollo, la lucha contra el tren maya, so pretexto ecológico, es un claro ejemplo de esa actitud anti-étnica.
El uso de trabajadores de bajo nivel para defender los privilegios de los altos ejecutivos es un atentado contra la dignidad de la persona, es un auténtico “Darwinismo social” que consiste en dejar morir a los débiles para mejorar la raza superior, aquellos que reciben decenas de veces más sueldo y con presiones laborales obligan al subalterno a salir a manifestarse públicamente. En alteridad el reconocimiento de la dignidad del otro lleva a buscar curas para los problemas. Es entender al otro como ser único y vital.
Todo lo anterior significa desprecio al otro, una falta de respeto irrestricto a su identidad; por ello urge una revolución de la personalidad íntegra; la construcción de la nueva humanidad desde la alteridad y la diversidad; desde el respeto por el otro como un yo, como un «sí mismo”; de lo contrario nada nuevo podemos obtener y será como si todo lo vertimos en odres viejos podridos, El camino es como menciona el filósofo judío Martín Buber: “No existe el Yo en sí; solo existe con el Tú”; “Me realizo al contacto del Tú: al volverme Yo, digo Tú. Toda vida verdadera es encuentro”; Percibir al otro como alguien diferente, pero “Alter” a mí; me hace sentir, entender que su dolor es mi dolor
Las tribus sudafricanas entendieron plenamente cuando estipularon sencillas reglas: “Soy porque nosotros somos”; «Una persona es persona en razón de las otras personas”; «Yo soy lo que soy en función de lo que todos somos” y concluyo con Kant en su imperativo: “El ser humano no debe nunca ser tratado como medio, siempre como un fin”.