domingo 24, noviembre, 2024

Primera conversación entre actores con la gran actriz internacional mexicana: Elpidia Carrillo

Raúl Adalid Sainz

Ayer noche, platiqué de lo lindo con mi comadre, la estupenda actriz Elpidia Carrillo. En toda la etapa de nuestra amistad nunca había conversado a detalle de su carrera de actriz en Hollywood.

Empecé el recorrido con la primera película que hizo Elpidia en la llamada meca del cine. El nombre de la cinta: «La Frontera», dirección de Tony Richardson. Estelarizada por Jack Nicholson, Harvey Keitel, Warren Oates y mi comadre Elpidia Carrillo, en su primer papel protagónico. Tenía tan solo diecisiete años. Año 1982.

Empezó la charla, y Elpidia me decía, «ya hace mucho de eso». «No importa, yo te conduzco el viaje», le dije. «¿Cómo llegó la película a tu vida?» «Probablemente me conocieron por foto, o por alguna de las películas que había hecho en México, estando muy joven», (las cintas que hizo con Rafael Corkidi, y «Nuevo Mundo», con Gabriel Retes), Lonka Becker, (representante de actores), le aviso del hecho que la querían.

Al llegar al set, Elpidia me confesó, que ella no sabía ni quién era Jack Nicholson, ni Harvey Keitel. Pero me platicaba que no se impresionó. La historia era sobre migrantes mexicanos que pasan la frontera ilegalmente. Los aconteceres atroces que viven eran reflejados en la pantalla. El director Tony Richardson pedía a Elpidia que reaccionara naturalmente a los hechos.

Aquí sucedió algo muy curioso. Mi comadre me decía que lo que veía en las escenas, en especial las vejaciones de los aduanales o policías fronterizos, la hacían que se enojara, sintiera rabia, y reaccionaba con fuerza, defendiendo su integridad ante los policías. Me comentaba que ella no estaba actuando, ella respondía al estímulo como si fuera cierto. El acontecer era real para ella.

En un ensayo pateó al mismo Nicholson y lo escupió. Eso no estaba marcado por el director. Él aguantaba y le daba confianza a Elpidia. Al paso del tiempo cree que el director le decía a Nicholson, sin que se diera cuenta ella, que esperara cualquier reacción de la actriz, pues estaba respondiendo a estímulos que para ella eran reales.

El instinto de Elpidia estaba alerta y abierto durante todo el rodaje. Fue la clave de Tony Richardson para obtener de la actriz lo deseado. La comadre recordaba, que incluso, para prepararla, el director se la llevó a vivir a su casa, que era inmensa, con jardines, aves exóticas, alberca, y ante unas orquídeas hermosas, le dijo: «eres como una de estas orquídeas exóticas».

Parecía que psicológicamente el director preparaba a Elpidia para el reto que iba a enfrentar. Hacerla sentir distinta a lo que se piensa, es correcto; al orden preferencial de lo que es alto socialmente hablando.

Recordaba también que a Nicholson no le gustaba ensayar, él buscaba lo natural, lo espontáneo. Así era durante el rodaje, él jugaba, cantaba, hacia bromas. Harvey Keitel por el contrario buscaba el ensayo de la perfección. Al paso del tiempo mi comadre dice: Nicholson era natural, era el personaje, Keitel lo actuaba.

Ese viaje lo terminamos, recordando Elpidia, que el guion se lo debieron dar en español, ella no hablaba inglés. Nociones solamente. Sin embargo, al paso del rodaje, empezaba a entender cosas. Se comunicaba con Nicholson, quien la invitaba a su camper de descanso. Y le decía que ella era una estrella, y que las estrellas tenían que comportarse como tal. Recordaba que la animaba durante el rodaje, y la felicitó al final del mismo.

Elpidia manifiesta mucha admiración por él. Tony Richardson, quedó muy contento con ella. Me decía algo muy bello: «con esa película yo me di cuenta que la cámara iba a ser mi confesora». El secreto de la actuación ante la cámara se le reveló a esa muchachita de Parácuaro, Michoacán, a ella, que sin saber, por qué, estaba filmando con esas estrellas. «Yo no actuaba compadre, yo creía que todas las escenas eran reales».

La envidia de las actrices mexicanas y de la comunidad chicana artística surgió, y fuerte, recuerda Elpidia. Tardaron mucho tiempo la comunidad mexico-americana, en olvidar, que una mexicana les hubiera quitado la posibilidad de obtener, el personaje de aquella migrante mexicana de la historia. El éxito que tanto cuesta a quien lo obtiene lo pagó Elpidia.

Esta es la primera parte de la conversación con Elpidia Carrillo. Una mujer que le llegó la fortuna, quizá sin buscarla, el cine tiene sus secretos, pero que fue construyendo con consciencia y compromiso, una carrera de actriz impresionante. Una mexicana que no olvida sus raíces michoacanas y que año con año, lleva la educación artística a comunidades purépechas.

Esta conversación continuará mañana, con otra de las películas hollywoodenses de Elpidia.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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