Raúl Adalid Sainz
Santos, mi «santitos», por el gran cariño que le tengo, cumple 40 años de vida.
Allá por 1984, escuché hablar que existía un equipo en la comarca llamado Santos IMSS. Militaba en las divisiones inferiores de la segunda división. Por ese año de 84 supe que iba disputar la final para definir al campeón de la segunda división B, un peldaño antes de la segunda A. Aunque ya tenía ganado su ascenso a la Segunda División A.
Recuerdo que aquel Santos ganó, sí mal no recuerdo a la Universidad Autónoma de Querétaro. El equipo estaba al mando de Fernando Zamora. Previamente habían conseguido su ascenso a Segunda A ganando a Pumas ENEP. Equipo donde militaban Adolfo Ríos, Memo Vázquez, Tello, quienes fueron figuras del primer equipo felino. (Gracias al periodista Julián Parra por estos valiosos últimos apuntes.)
A partir de ahí seguí los pasos de aquel Santos desde mi lugar de residencia en el DF. Al haber desaparecido «El Laguna», en venta su franquicia a los Coyotes del Neza, me quedé sin equipo. En el año 1980 empecé a torcer por los Pumas de la UNAM, pues estudiaba en la máxima casa de estudios del Pedregal.
El Santos de segunda división, era un preguntar constante, por mi parte, acerca de su marcha. En aquellos años, aquella división de ascenso no existía, los medios informativos la despreciaban, así que gente de la Comarca me hablaba de la marcha del equipo.
En el año 1988, escuché la noticia en un noticiero de IMEVISIÓN nocturno, «El futbol de primera división regresa a la Comarca». Un grupo de empresarios laguneros encabezados por Salvador Necochea, habían comprado la franquicia del Ángeles de Puebla. Me puse feliz. Los Pumas que disputaban final contra el América pasaron al olvido. Yo tenía ya una real camiseta por quien torcer. Mi origen lagunero tenía revestimento de identidad con un equipo de primera división. El verde uniforme de Santos me hacía recordar a mi querida «Ola Verde» del Laguna.
Los campeonatos vividos en primera división en los primeros tiempos fueron de angustia viva. Nos salvábamos de milagro. Cómo olvidar aquellas zozobras en las que Matosas 1991 y Pedro García 1993 rescataron al equipo de irse al infierno del descenso.
En la temporada 1993-1994, la «Cervecería Corona» que se había hecho dueña del equipo en 1993, invirtió fuertemente. Nadie creíamos cuando la prensa anunciaba que llegaban a Santos jugadores como: Daniel Guzmán, Olaf Heredia, Richard Zambrano, Adomaitis, Flores Barrera, Diego Silva, Garrido, Rubén Martínez, éstos se agregaban a los nombres de jugadores estelares ya existentes en el equipo, como: Ramón Ramírez, Apud, «Curita» Gómez, Marmolejo, Rubio, Pedro Muñoz. Al mando el chileno Pedro García, el director deportivo, el buen Martín Ibarreche.
Ese equipo fue un sueño para La Laguna, marcó historia. La Comarca vivió su primera final. Un abril de 1994, la cancha del viejo Corona vibró con la final Santos-Tecos. Uno a cero, marcador final a favor de Santos. El juego de vuelta, bien presente lo tengo, fue un 31 de abril en el «Estadio 3 de Marzo», de Zapopan. Marcador final: dos a cero en favor Tecos.
Esa noche lloré en Zapopan. Estaba sentado atrás de la portería, aquella que salvó su travesaño a Tecos del gran bombazo de Adomaitis. Cerré los ojos y sentí que el campeonato se nos había esfumado. Aquellos laguneros, muchos, que fuimos a Zapopan, íbamos nocturnos y tristes por aquella avenida donde está situado ese estadio. Sin embargo, vivimos algo desconocido, una alegría, un sueño que nos había brindado a La Laguna el querido Santitos.
La grandeza vino en 1996. Primer campeonato. Este que ahora relata vivía en Nueva York. Vi por televisión aquella victoria. Borgetti en testarazo nos daba el triunfo. Recuerdo a José Miguel, a España, al maestro Galindo, a Wagner, Adomaitis, Nicolás Ramírez, Caballero, Rubio, Muñoz, Jorge Rodríguez, Montecinos, un equipazo al mando del capitán furia Alfredo Tena.
Recuerdo que recorrí las cortinas de mi habitación newyorkina y del cielo caían plumas blancas, estaba nevando. Tomé la pluma e hice un escrito que titulé: «A mi Santos desde Nueva York». El periódico «El Siglo de Torreón», amablemente me lo publicó.
Vinieron subcampeonatos, semifinales, liguillas. Los campeonatos al mando de Tena, Quirarte, Guzmán, Galindo, Caixinha y Robert Dante Siboldi; Santos se hizo un equipo mayúsculo en logros, una historia joven que se finca con pasos muy firmes. Un equipo con sello. Representa los logros sacados con garra de la nada, del desierto. Esa tierra parda lagunera que bien sembrada y con cojones da finalmente su fruto. Nuestro equipo es grande, pese al olvido arbitrario y de ignorancia de los medios de comunicación capitalino.
Santos para mí, es un nexo con mi tierra, es recordar el origen, la esencia, las raíces inolvidables laguneras.
Cada vez que Santos juega hago un ritual desde este DF que me cobija. Preparo mi Jack Daniels, pongo en el buró de al lado de la cama mi cenicero y mis cigarros, coloco unos cojines para la espalda me pongo en posición de loto y a ver el juego. Ahí me vuelvo técnico, aficionado, fan irredento, Es que el futbol es como la vida: en noventa minutos vives un carrusel de inesperadas emociones. Es una tercera llamada, un telón que se descorre y no conoces el devenir de esa obra teatral llamada «partido».
Una felicitación muy grande a la institución del Santos-Laguna, y a todos los que han llenado de alegrías a esa parte que sigue con fe entusiasta semanal a su equipo, ese sector que es la amante del equipo: La Afición Lagunera Santista. Un abrazo de campeones para todos.
PD: Un gran abrazo al doctor Jorge Mario Galván Zermeño, médico de lujo del Santos por muchos años. Felicidades Jorge.
En la foto, la llamada «División del Norte, Actoral»: Jorge De Los Reyes, Héctor Kotsifakis, José juan Meraz, Raúl Méndez, Chuy Jesús Aviña Oteo, QEPD, y un servidor.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México-Tenochtitlan