Se busca gabinete
Rubén Olvera
La primera decisión que deberá tomar Manolo Jiménez Salinas antes de convertirse en gobernador será nombrar un gabinete. Se trata de una tarea cuanto menos compleja, ya que tendrá que seleccionar aquellos perfiles cuyas habilidades y valores se alineen plenamente con los compromisos políticos y de gestión establecidos durante la campaña.
El futuro gobernador asumió compromisos desafiantes, entre ellos mejorar la calidad de vida de las familias y llevar las distintas áreas del desarrollo de Coahuila al siguiente nivel. Para afrontar este reto, es necesario conformar equipos de alto desempeño en cada secretaría, liderados por titulares experimentados y con habilidades destacadas.
Como lo han demostrado algunas desventuras recientes, los casos extremos deben descartarse de antemano. Los secretarios puramente leales suelen tener problemas para ofrecer resultados. Por el contrario, los funcionarios que hacen alarde de su capacidad técnica a menudo tienen dificultades para alinear sus objetivos con los del gobierno.
En respuesta a este dilema, políticos experimentados sugieren que al formar un gabinete se busque un equilibrio entre los diferentes atributos de los candidatos. Para lograrlo, recomiendan seleccionar a los secretarios de acuerdo con su capacidad, volumen político y confianza.
Los secretarios primero deben tener las habilidades gerenciales y la experiencia técnica requeridas para una secretaría en particular. Además, necesitan poseer cierto volumen político y ser capaces de sumar organizaciones y grupos sociales de las distintas regiones del estado en apoyo a las acciones del gobierno. En tercer lugar, los nuevos titulares están obligados a brindar seguridad y confianza de que sus decisiones estarán en consonancia con los objetivos de la administración y con las directivas personales del gobernador.
El gobernador elegirá el atributo predominante en su gabinete en función de la coyuntura política y los retos específicos que enfrenta cada dependencia.
Por ejemplo, en un breve repaso de las administraciones recientes, encontramos que después de una estrecha victoria electoral, Miguel Riquelme se vio obligado a conformar la parte central de su gabinete con personas ajenas a su grupo político. Rubén Moreira quiso mandar una señal de orden en la administración, eligiendo perfiles en apariencia de mayor experiencia técnica provenientes de espacios universitarios o identificados con grupos empresariales. Humberto Moreira armó su gabinete inicial con perfiles de su confianza.
Enrique Martínez procuró los equilibrios regionales y generacionales, así como el resurgimiento de fuerzas políticas locales que habían sido marginadas por su predecesor. Rogelio Montemayor se acercó un poco más al componente técnico y de experiencia gerencial, aunque los puestos estratégicos los dejó para personajes con volumen político o de confianza.
Evidentemente, Manolo Jiménez Salinas puede permitirse ciertas concesiones fruto del amplio margen de triunfo, una de las cuales es reclutar a su gabinete sin la presión de una nómina “prefijada” o “sugerida”.
No obstante, la coyuntura política también le exige considerar otros criterios para garantizar la gobernabilidad, extender el apoyo popular y alinear las distintas fuerzas políticas que lo llevaron al poder con los objetivos de su gobierno. Entre ellos, la alianza del PRI con el PAN y PRD, el tema crucial de incluir mujeres en los puestos importantes y los equilibrios regionales y generacionales que, en determinados momentos y circunstancias, ofrecieron buenos resultados a sus antecesores.
Los medios y analistas ya han comenzado a difundir los primeros nombres. Si bien algunos de los candidatos han superado las pruebas, otros se encuentran en la fase de “ya veremos”. Las consultas entre los grupos de poder y las organizaciones políticas siguen su curso.
Por lo demás, se especula que los anuncios podrían ser dosificados por dependencia o área de gobierno durante el mes de noviembre.