Raúl Adalid Sáinz
Felicidades a todos los que profesan en el más puro amor, el oficio de ser actor. Para mí, el más bello de todos los quehaceres.
EL Actor.
I
Cuando acordé el alma se me había hecho de actor.
La vida se me había vuelto ficción.
Cuando acordé la cara se me había hecho de actor.
Mi cuerpo era una carpa hecha de teatro.
II
Sí, a mi Dios me dijo que tenía una patria.
Un lugar lleno de amigos que jugaban.
Unos seres que se disfrazaban y eran entes diversos.
Esa tierra prometida tenía un nombre, la llamaban:
LA FICCIÓN. Sí, así con mayúsculas.
III
Hoy me quito el sombrero.
Saludo a la vida, así tan de mañana.
Doy gracias a Dios porque me dio un rol en esta vida.
Una parte maravillosa en este concierto universal.
Tocar el instrumento de las cuerdas del ser humano.
Ser un intérprete: Ser un actor.
Es difícil, pero créanme, ha valido enormemente la pena.
Así que sin más ni más: tercera llamada, tercera, comenzamos.
PD: Rezaba el gran Miguel Ángel antes de empezar cada mañana a pintar los frescos en la bóveda de la Capilla Sixtina: Dios libérame de mi mismo para servirte mejor.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan