sábado 21, septiembre, 2024

DE RAÍCES Y HORIZONTES

Ochenta y siete

Arcelia Ayup Silveti

¿Qué es el hambre? ¿Quién manda al arcoíris? ¿Qué se siente morir? ¿Qué calificación me pones como mamá? ¿Nos acabaremos el agua? ¿Cuánto más debo estar aquí? ¿No soy tan sangrona? ¿Dónde andas, María Mejía? Son preguntas que con frecuencia hace doña Arcelia Silveti Mejía. He tenido la fortuna de conocerla desde hace cincuenta y seis años y es un orgullo decir que es mi mamá.

Doña Arcelia es una mujer hecha de buena madera, de esas que ya no se dan. Ella desde temprana edad tenía claro sus objetivos y fue quien tomó las decisiones más importantes en mi familia. Trabajó cuarenta y dos años en su mercería en el mercado de Matamoros, Coahuila. Con sus ingresos y los de mi papá, nos dieron estudios profesionales a sus cuatro hijos: Lourdes, Jaime, Sergio y yo. Recuerdo que en mi niñez la escuchaba decir que no sabía cómo le iba hacer, pero llegaría el día en que tuviéramos casa propia. Le ilusionaba pensar en su recámara y que en ésta tuviera su tocador con sus cremas y perfumes. Eso lo logró cuando yo estudiaba en la preparatoria.

Ella es una mujer de una sola pieza, determinante, con arraigo a su pueblo y a su familia, sabe escuchar y les llama a las cosas por su nombre. Disfruta convivir con sus seres queridos y a veces supervisa el platillo del día, aunque esto no es muy frecuente. Vive la viudez de su esposo don Jaime Ayup Sifuentes y la orfandad de su único hermano, don Agustín Silveti Mejía. A diario platica con ambos y se queja con ellos de sus hijas.

Come ligero, duerme mucho, hace demasiadas preguntas, le gusta mirar por la ventana los autos y peatones, disfruta tomar refresco, comer postres y que la hagan reír. Casi a diario reniega porque no le obedecen las rodillas, porque se secaron sus macetas o por las chanclas de sus nietos en la sala. A veces se pierde su mirada o se emociona con alguna canción.

Hoy cumple ochenta y siete y le quiero regalar un fragmento del capítulo cuatro del poema de Enriqueta Ochoa que se llama Cadena ancestral: “El presente / es ayer, mañana, hoy. / El tiempo, / la trasmutación de la crisálida. /  El punto, la hostia de vida y muerte / con que comulga el instante. / El amor, / la gracia ese gozo vivo de estar, / de ser uno y todos a la hora mágica / de su propio momento”.

giraluna3312@gmail.com

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