sábado 21, septiembre, 2024

Sólo los Amantes Sobreviven

Raúl Adalid Sainz

Siempre he sido un adorador del cine de Jim Jarmush. Desde su ópera prima, «Vacaciones Permanentes», filmada en 1980.

Ayer vi una película de su filmografía que era asignatura pendiente: «Sólo los Amantes Sobreviven». Filmada en 2012. Seleccionada para la «Palma de Oro» de 2013, en Cannes. Extraordinaria. Una coproducción británica-alemana. Llevando en los créditos principales a Tom Hiddleston y a Tilda Swinton. Dos presencias ambiguas maravillosas en su caracterización. Una participación muy especial de mi admirado actor John Hurt, QEPD.

Los universos de Jarmush están presentes: la ausencia, la noche, la desorientación de la existencia, el vacío, la soledad, la nada, la rutina, el tic-tac en su incesante actividad absurda.

En «Sólo los Amantes Sobreviven», aparecen dos constantes activas: el amor como esperanza eterna compartida y la fe en la humanidad. El personaje de «Eve», así lo hace sentir al pasear con su amante «Adam» por el desolado y solitario nocturno Detroit, que Jarmush pinta como un fantasma. Un personaje vivo y misterioso en la historia.

Ya antes habíamos visto esto en su película, «El Tren del Misterio», donde Memphis, la tierra de Elvis Presley, es una ciudad terriblemente solitaria, como el umbral profundo de la muerte. Aquí la ciudad (Detroit Michigan) es un ambiguo cementerio barroco vivo.

Es maravillosa la iluminación con que Jarmush y su fotógrafo (Yorick Le Saux) pintan las locaciones de esta inquietante ciudad donde circulan en las noches en coche los amantes «Eve» y «Adam». Dos solitarios y románticos vampiros que se han amado por la eternidad. Ella tiene más de 3000 años, él 500 años.

Dos seres que se han alejado de sus instintos salvajes de sobrevivencia, viven de sangre pura que consiguen de hospitales. Son dos amantes intelectuales, dos artistas, aman la ciencia, la música, la naturaleza, la literatura.

La película tiene un pequeño argumento. Como en toda película de Jarmush, el espectador construirá su propio universo. Eso es lo maravilloso de este cineasta. Aquí la poesía cinematográfica propuesta dará la pista para que el público se eleve en sus propios recursos imaginarios.

La estética de la cinta es primorosa. La música barroca-underground, un viaje a las profundidades de todos los misterios. El Tanger, en Marruecos, el otro lugar de locación, es un gótico morisco impresionante. Las atmósferas narrativas te van llevando en el viaje al submundo mismo de esta pareja amorosa. Sobreviven y sobrevivirán gracias a su amor de infinitos.

John Hurt y su gran talento de actor está presente. Interpreta a «Christopher Marlowe», aquel dramaturgo inglés que siempre se dijo era el verdadero autor de las obras teatrales de Shakespeare. Aquí «Marlowe» es un vampiro. Y es visto en ese apunte de leyenda de los tiempos dramatúrgicos por el propio Jarmush.

Ver esta cinta es entrar a un paraje de universos oníricos fantásticos. Es amar en la búsqueda rabiosa de un amor para todas las eternidades. Es sentir la poesía cinematográfica de Jarmush. Es volar en el caballo portentoso de tu imaginación. Es sentir el arte. Es vivir la noche en su velo de inquietud.

Hoy, en tiempos de sobrevivencia, nada más a cuento que esta película. Sólo el amor puede hacer ver un atisbo de sol tranquilizante ante tanta oscuridad de incertidumbre. La noche en Jarmush, y sus amantes, es esperanza amorosa. Ahí está la clave, la respuesta para quien creyó que la felicidad estaba en las posesiones materiales. En el necio egoísmo. Hoy estas vanalidades sólo se desmoronan.

Nota: texto construido durante la pandemia del 2020. La noche incierta de los días, me hizo recordar esta película de Jarmush, y decirme en una sobrevivencia casi gótica: «Sólo los amantes sobreviven”.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

Compartir en: