domingo 24, noviembre, 2024

DOGMA DE FE

Que su Dios los perdone 

Marcos Durán Flores 

Jacinto Benavente, uno de los autores teatrales más importantes de la historia y Nobel de Literatura en el lejano año de 1922, alguna vez dijo: “Perdonar supone siempre un poco de olvido, un poco de desprecio y un mucho de comodidad”. Una buena parte de lo que dice es verdad, porque habría que aceptar que los hechos pasan y no los podemos cambiar. Al hacerlo, solo resta olvidar, perdonar o decidir que lo que pasó no admite el perdón y que este no siempre es posible y no aplica para todos los casos. 

A la llegada del argentino Francisco Bergoglio a la silla en donde se sentó Simón Pedro, me entusiasme llegando a pensar que en su discurso progresista, renovador, en donde se reconocía los derechos de los homosexuales, condenaba los dogmas, las doctrinas morales y pugnaba por castigar los crímenes de pederastia cometidos por ministros de su iglesia promovía un verdadero cambio al interior del catolicismo. 

Con gran ingenuidad empecé a creer en sus intenciones de abrir el sarcófago en donde se esconden los pecados que tanto han dañado al cristianismo. Pero todo eso acabó cuando anunció que otorgaba la indulgencia plena a la Legión de Cristo y a su movimiento seglar Regnum Christi. 

La Orden fundada en 1941 por el mexicano Marcial Maciel, quien condujo con mucho éxito la Legión hasta que a mediados de los años noventa empezaron a aparecer los signos de su putrefacción y doble vida. Aun así, la Legión navegó algunos años más en silencio hasta descubrirse que a quien llamaban con elocuencia “Nuestro padre”, fue acusado de pederastia, fraude, extorsión, abusos sexuales y de tener más hijos que yo. Luego, en una intentona de apagar el escándalo, Joseph Ratzinger, desterró a Maciel del ministerio a una “vida de oración y penitencia”; pero de castigo nada. 

Pero los escándalos han continuado repitiendo el patrón de crímenes y encubrimiento. Hace unos días, la organización “Bishop Accountability”, un grupo con sede en Estados Unidos, emitió una lista de 16 obispos mexicanos y clérigos de alto rango que presuntamente encubrieron a sacerdotes acusados de abuso sexual. 

Con sede en Massachusetts, es una organización que realiza un seguimiento de cómo la jerarquía católica trata las denuncias de abuso sexual por parte del clero. El grupo declaró apenas el jueves pasado que altos funcionarios de la Iglesia Católica Romana, algunos ahora retirados, habían «encubierto» a los abusadores. 

 “Ya hemos identificado a algunos líderes de la Iglesia Católica que parecen haber encubierto, encubierto a los abusadores y descartado a sus víctimas”, dijo su vocera Anne Barrett Doyle

La lista incluía a los cardenales mexicanos Norberto Rivera Carrera y Juan Sandoval Íñiguez, y a los arzobispos José Martín Rábago, Fabio Martínez Castilla, Felipe Aguirre Franco, Luis Morales Reyes (Ex obispo de Torreón), Rafael Romo Muñoz y de Piedras Negras, Coahuila, al obispo en retiro Alonso Garza Treviño, quién intentó encubrir a víctimas de los sacerdotes Juan Manuel Riojas y el caso notorio del “Padre Meño”. 

A la basura se fueron las promesas de Bergoglio acerca de que la Iglesia Católica se iba a adherir a una política de tolerancia cero sobre el abuso sexual del clero, algo que sabemos nunca fue cierto y de ejemplo está el comportamiento de estos despreciables seres humanos como son Luis Morales y Alonso Garza Treviño, represores de víctimas que sufrieron terriblemente el abuso a menores de edad por sacerdotes en casos. 

Casi todos, crímenes sin castigo que me llevan a pensar que ni siquiera una refundación del catolicismo, los puede salvar de su comportamiento gravísimo e inmoral. Luego de décadas de un silencio oprobioso, en donde no tuvieron para sus víctimas “la misericordia de Dios”, pero si es que existe, con toda seguridad ha enviado a estos deleznables personajes al fuego del infierno, el mismo infierno al que han hecho pasar por tantos años a los niños y niñas de quienes han abusado. 

El dolor de las víctimas, los agravios a sus familias, el encubrimiento institucional por décadas, desde lo más alto de la jerarquía católica, pone a la iglesia nuevamente herida por sus propios pecados y ni siquiera hay ya un “Mea culpa”, estamos ante un esfuerzo institucionalizado para darle vuelta a la página. Hoy, para ellos, solo queda el perdón del Dios que han inventado. 

@marcosduranf  

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