¿Usamos solo el 10% de nuestro cerebro?
Marcos Durán Flores
El cerebro es el órgano humano más complejo y uno de los grandes misterios de la naturaleza. Con tantas neuronas como estrellas hay en la Vía Láctea, el cerebro realiza millones de actos que damos por sentados, como hablar con un amigo, escuchar música y levantar una taza de café; pero también crea arte, resuelve grandes ecuaciones y propone soluciones a los problemas del planeta. Es la fuente de nuestros sentimientos, pensamientos, emociones, comportamientos y el depositario de la conciencia y la memoria. Estudios sugieren que tenemos la capacidad de almacenamiento de 2.5 pentabytes, unos 300 años continuos de reproducción de video.
Se trata de una masa de color gris de apenas 1.5 kilogramos, compuesta por 100 mil millones de neuronas, conectadas a través de una extensa red de casi 4 kilómetros de cableado eléctrico, que proveen señales eléctricas a una aún más compleja red de neuronas. El cerebro tiene dos hemisferios, izquierdo y derecho y está formado por la corteza, hipocampo, hipotálamo, médula espinal, cerebelo y lóbulos que tienen funciones específicas.
Pero lo que desconocemos del cerebro es mucho más que lo poco que sabemos. Hasta ahora, los científicos no han podido dilucidar (con sus cerebros) las funciones que involucran lo que es capaz de hacer. No sabemos el porqué de la cognición, percepción, y no estamos seguros de dónde, por qué y qué es la conciencia.
Especulamos, pero sin saber con exactitud, qué produce la felicidad o el porqué de los instintos asesinos. No hemos encontrado tratamientos efectivos contra el autismo, epilepsia, alzhéimer, Parkinson, depresión y bipolaridad. Mucho menos sabemos las causas del odio, la ambición desmedida, la traición, el engaño, el cinismo, la mentira, la falsedad y la hipocresía, y esperar que exista una vacuna contra la estupidez ni hablar, pero quien la descubra tiene asegurado el Premio Nobel.
Y aun así, con este cerebro es que hemos logrado ser el animal más inteligente del planeta y quienes, para bien o para mal, lo dominan. Para alcanzar eso, ha sido necesario un proceso evolutivo de casi un millón de años, que, según especialistas, está cerca de alcanzar sus límites físicos. Fue un artículo publicado en la revista “Scientific American”, donde se asegura que la inteligencia humana está por alcanzar sus límites, por cierto muy bajísimos por estos rumbos. El estudio asegura que son las leyes de la física las que impedirán que el cerebro evolucione en una máquina de pensar cada vez más poderosa. Rechaza la teoría de que el proceso evolutivo podría aumentar el tamaño de nuestro cerebro, lo cual, algunos creen, nos haría más inteligentes, pero que antropólogos descartan porque existen obstáculos anatómicos para su expansión.
Tampoco crecerá nuestro número de neuronas y la velocidad de intercambio de información, por lo que, en resumen, en el futuro no seremos seres más inteligentes que ahora. La inteligencia es una palabra difícil de definir y debemos diferenciarla de la astucia, experiencia, creatividad e incluso de la sabiduría, conceptos relacionados pero distintos. Por cierto, espero que usted no sea de los que cree ese mito de que los seres humanos empleamos sólo el 10 por ciento de nuestro cerebro. Esta creencia probablemente haya sido alimentada por alguien a quien le queda un 90 por ciento de la materia gris sin explotar.
Desde hace algunos años, la Federación Mundial de Neurología y la Federación Mundial de Neurorehabilitación designaron al 22 de julio como el Día Mundial del Cerebro, una iniciativa global para las enfermedades cerebrales que muchas ocasiones se pueden prevenir, tratar y rehabilitar.
Piénselo, porque quizás algún día y como película de ficción, la ciencia médica pueda realizar trasplantes de cerebros y al fin curar enfermedades neurodegenerativas, cerebrovasculares, tumores y alzhéimer, por mencionar algunos. Se me ocurre que los primeros donantes podrían ser personas con cerebros muy cotizados, y no me refiero al de genios o grandes científicos. Hablo de los cerebros de personas que extrañamente se sienten seres brillantes, casi genios, pero que desconocen que tienen cerebros sin estrenar. ¿Y es que a quién no le gustaría tener un cerebro completamente nuevo?
@marcosduranf