sábado 23, noviembre, 2024

MADE IN CHILE

En el gigantesco catálogo de Netflix se puede rastrear muchas películas del actual cine chileno, entre las cuales se encuentran algunas que han marcado tendencia en el cine de ese país. Acá una muestra representativa de distintas sensibilidades que le permite a los espectadores atisbar en qué va el cine de Chile, hacia dónde va la sensibilidad y cuáles son los nombres para tener en cuenta

Víctor Bórquez Núñez

TONY MANERO

Una de las apuestas más arriesgadas es este filme, el segundo trabajo de los hermanos Palo y Juan de Dios Larraín. La razón: la manera descarnada en que se muestra el día a día de Raúl (Alfredo Castro), un personaje que vive (y sobrevive) tratando de emular a Tony Manero, el personaje que inmortalizó a John Travolta en Fiebre de sábado por la noche.

Raúl es un tipo obsesivo, dañado y cuya existencia es gris, razón por la que el concurso para encontrar al doble de Tony Manero lo motiva para tratar de alcanzar el premio mayor. A partir de la esperanza de ser el vencedor en este certamen televisivo, Raúl se va disociando cada vez más de la realidad y comete crecientes fechorías para llegar a su meta: adquirir el traje que sea idéntico al de su ídolo en la mencionada cinta. La actuación de Castro es uno de los puntos altos de este filme, alcanzando los premios Altazor en Chile, el de Cine Independiente de Buenos Aires, y el de Turín en Italia.

Hay que reconocer que Tony Manero no es un filme grato ni divertido, en el sentido comercial, sino que una apuesta arriesgada y con secuencias hasta desagradables que, no obstante, ofrece una desencantada radiografía de ciertos personajes que naufragan en medio de la necesidad de ser alguien y de lograr sus 15 minutos de fama.  Realizada en 2008 consiguió ser la opción nacional en los Premios Oscar y aunque no obtuvo el galardón fue preseleccionadas en la categoría Mejor película extranjera.

ARDIENTE PACIENCIA

Tiene el mérito de ser la primera chilena nacional hecha para la plataforma, realizada por Rodrigo Sepúlveda y que es una relectura del libro publicado en 1986 por Antonio Skármeta, al mismo tiempo inspirada en el largometraje que este autor había dirigido en 1983 y que tuvo una versión italiana con Il Postino, la premiada cinta dirigida por Michael Radford, ambientada en la Italia de los años 50.

Esta versión se caracteriza por su sencilla puesta en escena, algunas variaciones en el protagonismo de los personajes y en el final, donde Sepúlveda (Tengo miedo torero) pone el acento en retomar el escenario y año de la versión original.

Su argumento gira en torno a la amistad que se establece entre Mario (Andrew Bargsted), el cartero de Isla Negra y el poeta Pablo Neruda (Claudio Arredondo), en los lejanos días de 196

1976

Muchos recordarán a Manuela Martelli como la compañera de aventuras de Machuca o la adolescente de B-Happy.  Pues ahora es la directora de este filme, con el que debuta en el mundo de la realización, ambientando su historia en los años posteriores al Golpe de Estado, subrayados por un clima de agobiante inquietud.

Lo que ofrece Martelli es una visión (parcial, pero interesante) de la tensión política que se vivía en Chile en 1976 y de las relaciones familiares que esconden una particular misoginia encubierta que se cierne sobre Carmen (Aline Kuppenheim), una mujer de buena situación económica que comienza a tomar conciencia e involucrarse más allá de lo debido en la otra historia, en las persecuciones y desmanes producto de un régimen opresivo, cuando decide ayudar a un joven herido de bala, escondido por el padre Sánchez (Hugo Medina), que va desencadenando una serie de cambios en su existencia, hecho que la enfrenta a su manera de ver el mundo hasta entonces y a descubrir qué es su propio entorno.

Si bien hay ripios en su desarrollo -cierta lentitud y algunos errores de ambientación- ello no merma la calidad de este relato que se ensalza con una soberbia actuación de Aline Kuppenheim, en plena madurez como intérprete.

NOSTALGIA DE LA LUZ

Con cuarenta años de trayectoria, famoso por la trilogía La Batalla de Chile, se ha dedicado a depurar su estilo como notable documentalista, que se ve plasmado en catorce filmes en una carrera que se inicia con El primer año hasta Mi país imaginario.

En la actualidad tres de sus obras -Nostalgia de la luz, El botón de nácar y La cordillera de los sueños- llegaron a la plataforma de Netflix y son una magnífica posibilidad para aquilatar el valor de este creador que, con estos tres filmes, viene reflexionando las heridas de una sociedad impactada por el Golpe de Estado de 1973 y que sirve también como trabajo audiovisual de recuperación de la memoria fragmentada de Chile.

Nostalgia de la luz navega entre la voz y recuerdos del realizador en el panorama más desértico del mundo donde converge la mirada de los astrónomos que tratan de encontrar respuestas en los misterios del espacio con el trabajo silencioso de los arqueólogos que buscan entrar en el corazón de la tierra y la odisea cotidiana de las mujeres de Calama, que siguen buscando los restos (o algún vestigio) de sus seres queridos enterrados en ese desierto durante la dictadura.

42 DÍAS EN LA OSCURIDAD

Esta es la primera serie chilena de Netflix, tiene la estructura de thriller y se basa en un caso policial todavía vigente: el asesinato de Viviana Haeger, una contadora que desapareció el 29 de junio de 2010, que desapareció de su casa en la ciudad sureña de Puerto Varas, lugar en que vivía con su esposo y sus dos hijas.

La serie abarca los 42 días en que toda una comunidad vive al borde de la conmoción con ese caso que abrió aristas más que sospechosos cuando, después de varias inspecciones en ese lugar, apareció el cuerpo de la mujer en el entretecho de la casa. ¿Negligencia policial o intervención en el sitio del suceso?

Esas interrogantes se buscan resolver en seis impecables capítulos de la serie que dirigió Gaspar Antillo junto a la también guionista Claudia Huaiquimilla. El argumento central que sirve de base a este trabajo se apoya en el libro de Rodrigo Fluxá, quien expone este extraño caso acaecido en el sur de Chile.

EL AGENTE TOPO

Otra película que rozó el Oscar de la Academia es este documental, dirigido por Maite Alberdi que, en 90 minutos, encanta con su protagonista y su particular mirada sobre la relación de dos ancianos durante una investigación sobre los hogares de acogida de la tercera edad.

Sergio, con sus 80 años a cuesta, se enrola como detective para infiltrarse en una casa para ancianos con el objetivo de estudiar cómo es el trato que recibe una señora que habita en ese lugar. El documental escarba, con mucho humor y sensibilidad, en la peor enfermedad que sufren los ancianos: la soledad.

Con una mirada en una realidad local, la directora alcanza a entregar una hermosa historia universal que logra atravesar las fronteras.

UNA MUJER FANTÁSTICA

El segundo Oscar para Chile, esta vez como Mejor Película Extranjera de 2018, esta película chilena dirigida por Sebastián Lelio (Gloria, Desobediencia), quien escribió su también premiado guion junto a Gonzalo Maza, tiene a Marina Vidal (Daniela Vega), una mujer transgénero, la pareja del maduro empresario Orlando Onetto (Francisco Reyes).

El drama comienza cuando Onetto fallece de manera súbita y la relación que tenían queda expuesta a la familia del occiso, con toda la carga de intolerancia y morbosidad que este caso despierta, incluso en la policía que investiga el caso.

Toda la carga de clasismo y transfobia de la sociedad se deja caer sobre Marina, obligándola a enfrentar a ese conjunto de individuos que la miran como un bicho raro y que tratan por todos los medios de hacer que ella desaparezca de su entorno.

PIOLA

El director Luis Alejandro Pérez sitúa su interesante película en las calles de la comuna de Quilicura y alcanza un nivel sobresaliente que le valió el Premio a Mejor Ópera Prima, en el Festival de Cine de Guadalajara.

Sin caer en esquemas ni estereotipos, el director muestra cuál es la realidad de los jóvenes de esa comuna del norte de la región Metropolitana y que se centra en tres personajes, destinados inevitablemente a coincidir en alguna parte del camino: Sol (Ignacia Uribe), Martín (Max Salgado) y Charly (René Miranda), que asisten al mismo colegio, aunque sus experiencias son absolutamente diferentes.

La película se centra en cómo, a pesar de las situaciones adversas y extremas, predomina la amistad por encima de las desigualdades sociales e incluso por sobre la xenofobia, logrando presentar un fresco de la juventud actual necesaria de tener un espacio en el cine chileno que sigue creciendo en temas y en tratamientos visuales.

EL CLUB

Esta es una película muy oscura (en todo el sentido de la palabra) que, en 2015, remeció a la sociedad al dejar expuesta una feroz crítica hacia la iglesia católica chilena.

El Club es la historia de cuatro sacerdotes marginados de la Iglesia, que viven casi ocultos en una pequeña localidad costera, castigados por las autoridades eclesiásticas por los delitos de abuso sexual que cometieron durante su período de ejercicio.

Viven con comodidad y tratan de mantener un estilo de conducta rígida, donde todo recae en la Madre Verónica, quien cuida de la casa y apoya en las labores domésticas. Esa comodidad se quiebra cuando aparece un individuo que les recuerda a ellos las fechorías cometidas y los obliga a reaccionar.

En el filme sobresalen los actores Alfredo Castro, Alejandro Sieveking, Roberto Farías, Marcelo Alonso y Alejandro Goic, que ayudó a que esta película recibiera el Oso de Plata Premio Especial del Jurado, en el Festival Internacional de Cine de Berlín.

JOVEN Y ALOCADA

Este filme fue galardonado en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), con el galardón Vanguardia y Género, y en el Festival de Sundance por Mejor Guion, y durante su estreno acaecido en 2012, causó saludable polémica por el tema que aborda.

La película tiene como eje el periplo de Daniela Ramírez, joven de 17 años que escribe en su blog -ella le dice bloc- las dudas acerca de su sexualidad y los sueños eróticos que pueblan su imaginación, a través de las entregas de una publicación clandestina denominada “ebanjelio”, que por supuesto mantiene oculto a sus padres que son fervientes evangélicos y una familia de buen pasar que vive en torno a la religión.

Expulsada de su colegio al comprobarse que tuvo sexo con un compañero de clases y a un mes del término de clases, su existencia se complica cuando es castigada por su madre. Gracias a su tía enferma de cáncer, la chica logra escapar de ser enviada a Somos la Luz del Mundo, un viaje de misioneros que parte de Ecuador y visita “países muy feos”.

El punto de quiebre se produce cuando ella conoce a Antonia y a Tomás, quienes se relacionan sexualmente con ella, siendo sus primeras incursiones en el lesbianismo y en el primer novio que lleva a su casa, respectivamente.

NADIE SABE QUE ESTOY AQUÍ

Es el estimulante debut de Gaspar Antillo en lo que constituye la primera película original de Netflix hecha en Chile y que tiene como protagonista a Jorge García, (se dio a conocer como Hurley de la serie Lost), quien asume por primera vez un papel protagónico y en un filme realizado en el país de origen de su padre, el médico chileno Humberto García.

La trama narra la existencia oculta que mantiene Memo Garrido, en una granja cercana al lago Llanquihue, en el sur chileno, donde ayuda a su tío en la curtiembre de pieles de oveja, tratando de ocultar el dolor de su pasado: cuando niño era una promesa del canto que, apoyado por su padre se trató de abrir camino en Miami, pero fue discriminado por su físico y terminó prestando su voz a un chico con el físico preciso para la industria del disco, Angelo Casas.

Es una película que aborda el tema de los recuerdos mezclando cuotas dignas de una película de suspenso, haciendo que Memo mantenga oculto un escenario, mientras confecciona un brillante atuendo y lee las memorias de un maduro Angelo Casas, preparando de alguna manera su venganza,

LA ONCE

Otra película de Maite Alberdi, que realiza la que hasta ahora podría ser su mejor película, registrando el exquisito ritual que su tía y un grupo de amigas mantiene por décadas: tomar el té a las cinco de la tarde, turnándose las casas y dejando en evidencia el inevitable paso del tiempo.

La realizadora, autora de El salvavidas y Los niños, alcanza una refinada puesta en imágenes y absoluta madurez para tratar el tema de la vejez y el deterioro físico y mental de ese adorable grupo de amigas que, puntuales, llegan a tomar once como se dice en Chile y a reconocer el mundo.

Esta es su más personal creación de 2014, que fue reconocida en diferentes certámenes internacionales, entre ellos los festivales de Cartagena de Indias, Sheffield y el DocsBarcelona, entregando el potente registro de su abuela, María Teresa Muñoz, que lideraba el encuentro con sus amigas de colegio por más de sesenta años.

Un ritual que servía para recordar anécdotas o apoyar a la selección chilena de futbol, disfrutando como niñas esa amistad y notable fidelidad. Como pocas veces, el cine sirve como registro de un grupo humano y se configura como un testimonio de sus existencias y de la manera en que ellas se demostraron afecto sincero por seis décadas.

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