(Dedicado a esos amantes que ofrendaron su entusiasmo creativo para el florecimiento del Teatro Lagunero)
Raúl Adalid Sainz
Ayer por medio de estas redes me enteré del adiós de «Mike» Valenzuela. Un entusiasta y libre creativo del arte lagunero.
Inmediatamente recordé a tanto insurgente teatral lagunero que nos ha dicho adiós. Creativos del cambio. Gente que obedecieron al canto del espíritu. A la voz de la verdad del hombre volcada en un escenario.
Recordé con más precisión al Teatro Mayrán (hoy llamado Garibay), teatro que guarda una rica historia porque muchos personajes que hoy son profesionales del teatro pisaron sus tablas, ahí crecieron, asimismo fue reducto de expresión viva para muchísimos amantes laguneros del arte dramático, y aquí menciono también a los espectadores.
En ese recuerdo vinieron las imágenes del fundador de ese teatro: El Doctor Alfonso Garibay Fernández, entusiasta promotor del arte escénico y director de teatro. Aún vivo dos de sus puestas: «El Medio Pelo» y «La Muerte de un Viajante».
Cómo olvidar al mago hechicero de la escena Rogelio Luévano, un Prometeo que dio luz al teatro lagunero, incendiando los corazones del público y de muchos actores amateurs para buscar el camino profesional. Sus memorables puestas están latentes: «Luz de Gas», «Te Juro Juana que Tengo Ganas», «El Gesticulador», «El Cuidador» que hizo como actor dirigido por la pasión expresiva de Nora Manneck.
La presencia de un niño duende creativo, ese llamado Jorge Méndez. Director de muchos actores que hoy brillan en el firmamento de la escena nacional. Teatrista de convicción y vocación, dador de educación artística por colonias bravas laguneras. Aún resuenan sus puestas escénicas como: «La Dama Meona», «Pareja Abierta», «La Carpa», «Cristóbal Colón, el Genovés Alucinado», «Los Cuervos están de Luto», muchas, muchas y que no vi por no vivir en Torreón.
Gente que está viva, presente en el recuerdo, como la gran señora Consuelo González Garza. Formadora de actores. Directora y Actriz. Una amiga querida e insustituible. La recuerdo siempre presente en la puesta «El Medio Pelo», en «El Zoológico de Cristal», en «Cada quien su Vida», su dirección escénica de «El Año Próximo a la Misma Hora», aún me hace levantar un sollozo de honda nostalgia. Su hermano Carlos González, fue parte viva, fundamental e integral en la historia escénica del Teatro Mayrán.
El talento inconmensurable de la actriz de Luis de Tavira en la Ciudad de México: Vicky Valdivieso. Vicky hizo mucho teatro en el hoy Teatro Garibay.
La partida del queridísimo escenógrafo nacional, el gran Pepe Méndez. Talento mayor. En el ámbito cinematográfico actoral, en 2016, nos dijo adiós el gran Carlos Cardán; quien dio sus primeros pasos teatrales en el Teatro Mayrán. Mi madre siempre lo recordaba de una obra hecha por Carlos en el querido foro de la Calle Bravo: «Los Hijos de Eduardo». Años antes, el querido actor profundo y lagunero talentoso, Héctor Gómez, nos dijo hasta luego. Gran actor que brilló en los escenarios teatrales, telenovelas y películas nacionales. Yo siempre recordaré su «Molina», en la obra teatral: «El Beso de la Mujer Araña», dirigida por Arturo Ripstein.
El maestro formador de actores y director escénico: Miguel Hiram. Alumno del histórico director del Teatro Mexicano: Seki Sano.
Mucha gente querida lagunera ha partido a la tercera llamada de la escena eterna. Ignacio «Nacho» Chávez, impresionante y nato actor, la talentosa Lucy Borrego, el actor, director y promotor cultural Salomón Atiyeh, el histrión y escenógrafo Pancho Echávarri, el vestuarista y ambientador, mi querido Raymundo González, el escenógrafo y actor Juan Ángel González, la actriz Martha Marina, los actores Ciro Alvarado, Tony Balquier, Kenny Graham, Alejandro Máynez, el gran señor Rico, Víctor Manuel Rodríguez, y ahora el buen «Mike Valenzuela».
Mucho latido de corazón ha cesado. Su energía sigue viva. Muchos escapan a mi memoria. A muchos no me tocó conocerlos. Unos porque aún no era parte del teatro, otros por surgir cuando yo ya no estaba en La Laguna. Perdón las omisiones.
Lo importante es lo que dejaron para la historia escénica del Teatro Lagunero. Habemos gente que apreciamos en lo hondo lo vivido, lo aprendido. Para muchos, como es mi caso, fueron inspiración para hacer del teatro mi profesión y brújula de vida. Por lo recibido sólo puedo decir: ¡Gracias, gracias, gracias!
Sería lindo que el Ayuntamiento de Torreón, hiciera un homenaje a todos esos quijotes e insurgentes teatrales que le han dado a La Laguna un sitio de reconocimiento en la misma Ciudad de México. Hubo un tiempo que en los recintos teatrales, en las escuelas de actuación, específicamente en el «Centro Universitario de Teatro de la UNAM», se decía: «Torreón, sólo manda dos cosas a México: Leche y actores».
Nota: Este escrito es parte de mi libro «Historias de Actores» (un recorrido por el mundo teatral y cinematográfico). El Teatro Mayrán como marco del escrito es el idóneo, ahí la gente mencionada hizo su capítulo de manifestación teatral. Debo agregar a esos adioses la partida del siempre amante del teatro, Don Poncho López Vargas, quien fue «El Narrador», en aquella aventura teatral que dirigí de «El Medio Pelo», de Antonio González Caballero. Mi remembranza a ese lumínico quijote escénico, siempre vestido de negro, el gran Jorge Alcorcha. Recuerdo muy especial al sólo hasta luego, del actor, maestro, director escénico y médico, Gerardo Moscoso, que muchas cosas me enseñó y al que le guardo un agradecimiento perpetuo. Mucho lo entregado por Gerardo a La Laguna en sus últimos veintitantos años de vida. A todos ellos sólo puedo decir: gracias siempre. Un aplauso de pie a su amor incondicional por el teatro.
Raúl Adalid Sainz, en algún de México Tenochtitlan