martes 26, noviembre, 2024

La Vida es vivir, y si es charlando de cine y de teatro, mejor

(Un homenaje a mis queridos escritores cinematográficos Guadalupe Ortega y Xavier Robles)

Raúl Adalid Sainz

Ayer después de dar función de mi obra teatral, «Cuatro Últimas Cosas», platiqué de lo más sabroso con los guionistas cinematográficos: Guadalupe Ortega, Xavier Robles, y con Elvira Richards (directora de casting cinematográfico.) Tema: El teatro, el cine, la vida. Locación: el café del «Foro Shakespeare». Entre café y humo de tabaco, mencionábamos el buen teatro hecho por el mago director Julio Castillo.

Xavier se entusiasmaba recordando la puesta de «Los Bajos Fondos», de Gorki. Rememoramos la obra «Traición», de Harold Pinter, dirigida por Marta Luna, actuada por el hermano de Xavier, el buen actor Jorge Humberto Robles QEPD.

En materia cinematográfica, Xavier recordó sus inicios al hacer el guion de «Las Poquianchis», el cómo conoció a Felipe Cazals y al gran guionista Tomás Pérez Turrent. Se emocionaba recordando el período investigativo de ese suceso real. Se emocionó refiriendo el buen humor absurdo de la secuencia entre María Rojo y Gonzalo Vega, cuando éste le preguntaba si le había robado a su mamá. «Nomás un puñito», contestaba la golpeada María.

Recordamos a ese interesante cineasta educado en Polonia, Juan Manuel Torres. Su película «La Otra Virginidad», nos vino a la memoria. Una película interesantísima que habla de la búsqueda, del encontrar la neta de la vida y del descifrar ¿qué es este teatro llamado vida?

Xavier recordó el enamoramiento del cineasta por la actriz Meche Carreño, mismo que quizá lo llevó a la muerte. «Éramos una generación muy atormentada», vivenciaba Xavier. Compartimos nuestra entrañable filia a dos grandes cintas del chihuahuense, ya fallecido, Gonzalo Martínez, «El Principio» y «Longitud de Guerra». Rememorábamos el par de excelentes trabajos de Bruno Rey en ambas, celebramos los dos magníficos aciertos interpretativos de Narciso Busquets, y recordamos el gran trabajo de Lety Perdigón en «Longitud de Guerra».

Mencionamos la buena película, «Qué Viva Tepito», con guion de Xavier Robles y dirección de Mario Hernández. Xavier recordaba que sus continuas jornadas de trabajo en el barrio le hicieron que pudiera dialogar con verosimilitud el habla de los personajes.

Salió a la remembranza los buenos trabajos de David Reynoso, Manuel Ojeda y de mi admirado Ernesto Gómez Cruz. «La facha, la cara de Manuel es impresionante, qué buen actor es», decía Xavier vislumbrando la jeta de Manuel Ojeda.

Hablamos de una cinta poco conocida de la mancuerna Cazals-Robles, «El Tres de Copas». Ahí Xavier habló que se había inspirado en la relación que vivían como hermanos, Jorge Humberto Robles y él. Caray que temas.

Hablamos de José Revueltas en su etapa de guionista. Recordamos las cintas donde él participó como escritor cinematográfico, «El Rebozo de Soledad», «Rosauro Castro», «En la Palma de tu Mano».

No podíamos dejar de hablar de una de las películas que más me impresionan de la trayectoria de Xavier: «Los Motivos de Luz», su enorme vigencia con este México de terribles miserias y contrastes. Recordamos los siete minutos iniciales con interrogatorio a «Luz», en espléndida actuación de Patricia Reyes Spindola. Nos acordamos del buen quehacer actoral de Ana Ofelia Murguía y de mi amigo Alonso Echánove.

Nos regocijamos hablando del buen cine de Ripstein en su primera etapa. Xavier apuntó el buen guion de Leñero para la cinta «Cadena Perpetua». Así como el de García Márquez para «Tiempo de Morir», ópera prima de Ripstein.

Dos temas maravillosos (cine y teatro) acompañados de la vida, de la vivencia que da marco, aroma, sentido. Nos despedimos. Y hoy en la mañana me digo, no hable con Guadalupe y Xavier de una de mis películas consentidas y admiradas, «Rojo Amanecer», creación grande en guion de Xavier Robles y Guadalupe Ortega.

Hay tantas cosas por charlar. Porque si de algo podemos estar orgullosos en México es de nuestra cultura, de nuestros artistas hondos que han dejado huella expresando nuestra idiosincrasia, nuestras costumbres. Ahí no hay engaño, no hay fraudes, corrupción. El arte hecho con honestidad es el pulsar de nuestra sangre, de nuestro corazón en llanto, o en carcajada roja, como rebanada de sandía, así como dijo el poeta Juan José Tablada.

El escrito fue hecho en 2015, hoy lo encontré, y rememoré ‘esa tarde inolvidable en que el sol reverberó’, la amistad sonreía contenta, oyendo de nuestro cine, de nuestro teatro y de sus grandes artistas.

Un abrazo muy fraterno a mis queridos Xavier Robles, quien debe estar tecleando las notas cinematográficas de su máquina en un escenario más bonito que el nuestro y a mi queridísima Guadalupe Ortega, incansable, talentosa creativa de nuestro cine.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar México-Tenochtitlan

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